Crítica:POP

Melancolía y 'glam'

Grandioso espectáculo de rock el ofrecido en su actuación en Madrid de este grupo británico, que es, de todos los que aparecieron en la afamada moda del brit pop inglés, el único que ha soportado el paso del tiempo con dignidad y algo que decir. La culpa, sin duda alguna, es de sus canciones, preciosistas himnos a la melancolía trufada de glam, que alcanzan en el directo su máxima expresión. Con la sala llena a rebosar, la banda del elegante Brett Anderson se vació ante una audiencia entregada, apelando a lo mejor de su ya histórico repertorio.

Los momentos de vibrante pas...

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Grandioso espectáculo de rock el ofrecido en su actuación en Madrid de este grupo británico, que es, de todos los que aparecieron en la afamada moda del brit pop inglés, el único que ha soportado el paso del tiempo con dignidad y algo que decir. La culpa, sin duda alguna, es de sus canciones, preciosistas himnos a la melancolía trufada de glam, que alcanzan en el directo su máxima expresión. Con la sala llena a rebosar, la banda del elegante Brett Anderson se vació ante una audiencia entregada, apelando a lo mejor de su ya histórico repertorio.

Los momentos de vibrante pasión alcanzados en la interpretación de temas como Beautiful loser, Trash, She's in fashion, Wild ones, Animal nitrate y Beautiful ones fueron de lo más interesante contemplado últimamente en nuestro país, si bien, como una pega, hay que decir que el cantante no fue capaz de culminar ni una sola vez sus famosos falsetes. Tal vez fuera cansancio o el cambio de tiempo y la niebla londinense, pero la voz de Brett parecía ser víctima de los efectos de demasiado chase the dragoon, que es como se dice en el slang británico quemar la china y es una expresión que ellos incluyen en varias de sus canciones.

Suede

Brett Anderson (voz), Simon Gilbert (batería), Mat Osman (bajo) Richard Oakes y Alex Lee (guitarra). Sala La Riviera. 21 euros. Madrid, martes 27 de noviembre.

Hijos de Bowie

Por lo demás, la fuerza, la emoción, la teatralidad del solista y unas guitarras herederas del mejor Mick Ronson pusieron a Suede en el lugar que les corresponde, el de aquellos hijos de David Bowie que han sabido transformar la herencia del camaleónico mito en algo con una entidad propia.

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