Un técnico revela que los propietarios exponían 'L'Oca' al riesgo de explosión

Un agente de la empresa de baterías Tudor, Pedro Ruilópez, declaró ayer en el juicio que se celebra en Girona que se asustó ante las imprudencias que cometían los dueños de la embarcación al menospreciar los gases volátiles que desprendían las pilas durante la carga nocturna. El técnico de Tudor comprobó que los propietarios no cumplían sus recomendaciones de abrir las tapas de la cubierta para ventilar las baterías y exponían la nave al riesgo de explosión.

Ruilópez explicó que Simón Rodríguez y Bartomeu Gayolà, que se sientan en el banquillo de los acusados junto al concejal del Ayunt...

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Un agente de la empresa de baterías Tudor, Pedro Ruilópez, declaró ayer en el juicio que se celebra en Girona que se asustó ante las imprudencias que cometían los dueños de la embarcación al menospreciar los gases volátiles que desprendían las pilas durante la carga nocturna. El técnico de Tudor comprobó que los propietarios no cumplían sus recomendaciones de abrir las tapas de la cubierta para ventilar las baterías y exponían la nave al riesgo de explosión.

Ruilópez explicó que Simón Rodríguez y Bartomeu Gayolà, que se sientan en el banquillo de los acusados junto al concejal del Ayuntamiento de Banyoles Josep Alsina, le confesaron que levantar las seis tapas de cubierta era "demasiado pesado" y les supondría "demasiado trabajo". El técnico de Tudor pudo comprobar en persona, una mañana, que los propietarios desatendían sus recomendaciones de ventilación. Gayolà preparaba ese día la embarcación para navegar sin haber abierto las compuertas durante toda la noche. Ruilópez advirtió una gran acumulación de hidrógeno que hubiera podido explotar ante la menor chispa. Recordando que "Gayolà tiene la costumbre de fumar puritos", les conminó a buscar urgentemente una solución para airear las baterías. Simón Rodríguez fue quien, según el testigo, emplazó a los técnicos que intervenían en el proceso de puesta a punto del barco "a buscar sistemas alternativos para sacar los gases". El sistema que se llevó a cabo, con unas rejillas en el espejo de la popa, fue el que originó la entrada masiva de agua en el casco.

Uno de los técnicos que ofreció "sugerencias" para ventilar las baterías fue Vicente Tubau, de la empresa de ventiladores Soler & Palau. Una de sus propuestas consistió en canalizar el aire a través de un conducto que recorriera la embarcación de proa a popa. Para llevarla a cabo se agujerearon los compartimentos estancos, que evitan que el barco se vaya a pique en caso de tener una vía de agua. No obstante, según relató, los fatídicos agujeros de popa ya estaban hechos cuando intervino.

La declaración más sorprendente de ayer fue la de Montserrat Avellana, ex camarera de la empresa de L'Oca, quien aseguró con rotundidad haber visto a "dos jóvenes y un abuelete" realizar los agujeros de popa con una sierra radial. A preguntas del fiscal, en una declaración dubitativa y nerviosa, la joven justificó su silencio de cuatro años argumentando: "No le di importancia... ¿A mí quién me iba a creer?". Hasta ahora, sólo Juan Miguel Bernal, un operario del constructor, ha admitido su intervención en los agujeros. La juez ha autorizado que comparezca a declarar una compañera de trabajo de Avellana para determinar si alguna de las dos ha mentido. Ayer también declaró Joan Corominas, patrón de la otra embarcación que navegaba en el lago, y que tampoco había cumplimentado todos los requisitos para navegar.

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