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La guerra no santa

BAJO LA INFLUENCIA de la lógica apetencia de seguridad, los españoles vivieron el primer aniversario del 11-S como si se tratara de tener que asistir cien veces seguidas a la visión de El coloso en llamas. Mencionar en cualquier medio la expresión 'terrorismo integrista' o 'islámico', o escribir sobre el tema, se convirtió en un auténtico tabú. Esperemos que la matanza de Bali lleve a pensar que tal vez existe el integrismo islámico, independientemente de lo malo que es Bush, y que dadas las comunicaciones existentes entre los terroristas indonesios y la gente de al-Qaeda en Madrid, el ...

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BAJO LA INFLUENCIA de la lógica apetencia de seguridad, los españoles vivieron el primer aniversario del 11-S como si se tratara de tener que asistir cien veces seguidas a la visión de El coloso en llamas. Mencionar en cualquier medio la expresión 'terrorismo integrista' o 'islámico', o escribir sobre el tema, se convirtió en un auténtico tabú. Esperemos que la matanza de Bali lleve a pensar que tal vez existe el integrismo islámico, independientemente de lo malo que es Bush, y que dadas las comunicaciones existentes entre los terroristas indonesios y la gente de al-Qaeda en Madrid, el problema también es nuestro.

No ha sido así en otros lugares de Europa. Tanto en París como en Londres, los mostradores de las principales librerías rebosaban de libros en que de modo analítico, o con un tratamiento periodístico, eran ofrecidas interpretaciones sobre el desarrollo orgánico del fenómeno terrorista en el islam y sus orígenes históricos. Libros sólo utilizados hasta ahora por especialistas, como los de John L. Esposito o Alí Rahnema sobre la formación del integrismo, volvían a la actualidad, y se presentaban reediciones de los agotados, como ese The Arab Mind, de Raphael Patai, que tan poco le gusta a Edward W. Said, o del clásico L'Islam. Religion et communauté, de Louis Gardet. Claro que paralelamente, en las librerías islámicas de Londres cercanas a las mezquitas, si bien habían desaparecido las casetes incendiarias de los estantes, éstos rebosaban más que nunca de reediciones de los clásicos del integrismo, incluido Ben Taymiyya (La esclavitud del hombre respecto de Alá, y otras muchas aparecidas últimamente), pero sobre todo con Maududi (Occidente contra el Islam, purdah o la reclusión de la mujer), y con los teóricos de los Hermanos Musulmanes, Qutb, el maestro indirecto de Bin Laden, o al-Banna (desmintiendo por lo menos la presentación que de él hace Tariq Ramadan en su libro de Bellaterra como 'reformista musulmán'). En las secciones de vestido, en primera línea para las clientas Hiyab, donde no falta la distinción entre la virtuosa mujer-envoltorio de Oriente y la degenerada por la yahiliyya o ignorancia satánica en Occidente. Así estamos.

Al lado del libro de Bernard Lewis ya comentado en estas páginas, el buque insignia de los análisis corresponde a The Unholy War, de John L. Esposito (Oxford University Press). El profesor de la Universidad de Georgetown, director de la monumental Enciclopedia del Islam, es al mismo tiempo un militante activo para el entendimiento entre las religiones, y eso explica la configuración de su obra: una extensa primera parte en que procede a una brillante síntesis sobre los orígenes y la evolución del espíritu de yihad en el islam hasta sus presentes manifestaciones, y un amplio epílogo donde Esposito se pregunta acerca de las posibles vías de actuación para lograr un cambio de mentalidad. '¿Por qué nos odian?', se pregunta en algún momento. A ese interrogante sigue lógicamente el de saber cómo organizan ese odio los integristas que lo sienten en el fondo de su alma (para entender lo cual vale la pena releer el heterodoxo Cultural schizophrenia. Islamic societies confronting de West, del iraní Dariush Shayegan). Entre la profusión de libros centrados en el tema, destacaríamos el noticioso Al-Qaida, de Rohan Gunaratna (Autrement), donde el politólogo esrilanqués, a partir de un buen estudio sobre Bin Laden, proporciona una imagen muy documentada acerca de la implantación mundial de al-Qaeda, incluyendo sus ramificaciones indonesias, que en cambio faltan en el útil Dictionnaire mondial de l'islamismo, editado por Plon. La atención principal sobre el wahhabismo, del que se ocupan publicistas como Hamid Algar o Antoine Basbous, no impide que los estudios de mayor calado hayan tenido por tema Irán. Así los volúmenes colectivos Iran and the surrounding world, editado por la Universidad de Washington y preparado por Nikki R. Keddie y R. Matthee, y sobre todo Twenty years of Islamic Revolution, a cargo de Eric Hooglund (Universidad de Syracuse), por desgracia muy parco en el plano político y donde destaca el estudio sobre el papel de la mujer en la sociedad civil, abordado por Azadeh Kien-Thiébaut. La misma autora acaba de publicar en Francia Les femmes iraniennes entre Islam, État et famille (Maisonneuve & Larose), un trabajo de excepcional interés para comprender cómo a pesar del velo y de las discriminaciones que lo acompañan, las mujeres iraníes están constituyendo la principal alternativa de fondo al poder de los ayatolás. Vale la pena contrastar su aportación con la crítica del sistema político que hace unos meses planteó de forma mucho más ácida Mohammed Reza Djalili en Iran: l'illusion réformiste.

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