Columna

Aldeas sin nombre

No es Germà Colón i Domenech ni aldeano ni localista. El aldeanismo y el localismo son términos peyorativos o despectivos que apuntan a mentes estrechas, y no excesivamente cultivadas, cuya vista no alcanza más allá del valle o llano en donde vive. Pero el filólogo castellonense Germà Colón, que estudió los rasgos distintivos del valenciano de La Plana en el ámbito geográfico de la lengua catalana, tiene la mente ancha y la vista larga en la geografía cultural europea. Investigó y enseñó a los demás en Zurich, y ahora lo hace en Basilea, lengua y dialectos románicos del francés, del castellano...

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No es Germà Colón i Domenech ni aldeano ni localista. El aldeanismo y el localismo son términos peyorativos o despectivos que apuntan a mentes estrechas, y no excesivamente cultivadas, cuya vista no alcanza más allá del valle o llano en donde vive. Pero el filólogo castellonense Germà Colón, que estudió los rasgos distintivos del valenciano de La Plana en el ámbito geográfico de la lengua catalana, tiene la mente ancha y la vista larga en la geografía cultural europea. Investigó y enseñó a los demás en Zurich, y ahora lo hace en Basilea, lengua y dialectos románicos del francés, del castellano, del histórico occitano y del aragonés vecino. Es un valenciano importante e internacional, a pesar de la humildad y la sencillez que adornan su mirada de estudioso y trabajador tenaz. Colón i Domenech, que tanto se preocupó por el valenciano histórico y actual, recibió esta semana pasada el homenaje que merecían sus muchos años de trabajo. El gesto partió de la Associació Cultural Quatrevents que justificó de sobra su nombre homenajeando a este profesor castellonense, ajeno a toda aldea estrecha. Y aldea estrecha es, sin duda, la que encumbra la figura del cualquier folclórico de moda y relega a un quinto a sexto lugar figuras como las del filólogo de La Plana. Aludir, en este caso, al lastimoso papel que desempeña la televisión autónoma valenciana, es casi un tópico.

La figura y el trabajo del lingüista castellonense nos lleva a la paradoja cultural dominante en el ámbito social del País Valenciano. Modernos como somos, vivimos en la aldea global de un planeta interconectado por las comunicaciones, interdependiente en lo económico y en lo político. Unos atentados al otro lado del Atlántico, una crisis de la contrucción en Centroeuropa, las bombas en el Oriente cercano o una superproducción de mandarinas americanas, repercute de inmediato en los bolsillos de nuestros trabajadores del calzado, los obreros de la cerámica o en el aire que se respira después que las avionetas fumigan de forma intensiva los cielos valencianos para contentar a los inspectores agrícolas de los USA. Somos parte de la aldea global.

La duda y la paradoja, inexistentes en la figura y el trabajo de Germà Colón, vienen de ese otro lado de la realidad que es la estrechez de miras, el aldeanismo estrecho que arraiga entre unos adolescentes valencianos que viven en la era del Internet. Aldeanismo que, según publicó este mismo periódico, se acentúa aquí y allá, y que quizás tenga mucho que ver con los mensajes persistentes que reciben de los medios de comunicación dominantes; un aldeanismo que en cierta manera se potencia con frecuencia en las escuelas, ocupando a los tiernos infantes en la construcción de 'fallas escolares', en vez de prepararlos para la lectura de Shakeaspeare en valenciano.

La paradoja y la duda se dan también cuando se contempla el panorama del aldeanismo político en materia de inversiones públicas, destinadas a la conservación del patrimonio arquitectónico valenciano, tan importante como la lengua que estudió y cultivó Germà Colón. El dinero para mi pueblo, piensa, por ejemplo, el aldeano alcalde del PP de La Vall d'Alba, cuya visión de los monumentos a restaurar está limitada por los mojones que marcan su término municipal. Una política localista y electoral del vicepresidente de la aldeana Diputación provincianista que se da de bruces con la figura internacional y valenciana de Colón i Domenech.

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