La tecnología láser desvela imágenes ocultas en un retablo del Museo Marès

El centro exhibe el políptico flamenco y su proceso de restauración

El Políptico de la Virgen de la Soledad es una pieza única en su género. En Europa no se conoce ninguna otra pintura sobre tabla que tenga su parte central en forma de semicilindro. Pero su singularidad no termina aquí. Su restauración, cuyo proceso se expone junto a la obra en el Museo Marès de Barcelona hasta el 24 de febrero de 2003, ha desvelado interesantes imágenes ocultas como un San José anciano bajo cuya definitiva representación se esconde un joven. El proceso de detección de todos los elementos ocultos ha sido posible gracias a tecnología de última generación.

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El Políptico de la Virgen de la Soledad es una pieza única en su género. En Europa no se conoce ninguna otra pintura sobre tabla que tenga su parte central en forma de semicilindro. Pero su singularidad no termina aquí. Su restauración, cuyo proceso se expone junto a la obra en el Museo Marès de Barcelona hasta el 24 de febrero de 2003, ha desvelado interesantes imágenes ocultas como un San José anciano bajo cuya definitiva representación se esconde un joven. El proceso de detección de todos los elementos ocultos ha sido posible gracias a tecnología de última generación.

El Museo Marès y la Universidad Politécnica de Cataluña tienen un acuerdo de colaboración que permite aplicar las más modernas técnicas de reconocimiento de materiales al fondo artístico que posee el museo. El análisis del Políptico de la Virgen de la Soledad, también conocido como Los Siete Dolores de la Virgen, realizado por espectroscopia Raman-láser, una innovadora técnica que facilita la identificación molecular de los pigmentos, ha permitido, en combinación con otras técnicas, realizar un completo examen del retablo considerado del Maestro de la Santa Sangre, denominación atribuida a un pintor de nombre desconocido que estuvo en activo en la ciudad de belga de Brujas a principios del siglo XVI. Los descubrimientos realizados, que son inventariados en la exposición, reflejan el carácter de objetos para la exportación que tenían estas obras, que cuando llegaban a su destinatario solía suceder que algunos de los elementos utilizados no fueran del agrado del cliente. Por este motivo las obras eran parcialmente repintadas.

La obra fue adquirida por Frederic Marès en 1951 a un anticuario y de ella apenas se conserva documentación. Según la directora del museo, Pilar Vélez, 'el hecho de que la parte central tenga forma semicilíndrica puede deberse a que estuviera colgado de una columna, o que sirviera de peana para colocar encima una escultura'.

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