Dos testigos se contradicen sobre quién remató al interno asesinado durante el motín de Fontcalent

Dos testigos -ambos presos- ofrecieron ayer versiones dispares sobre el asesinato de un interno argelino durante el motín de la cárcel de Fontcalent, la noche del 12 de noviembre de 1990. La víctima, según el informe de los forenses, presentaba 22 heridas producidas con objetos cortantes, varias de ellas, especialmente las que recibió en la región torácica, mortales de necesidad. Inicialmente, el crimen fue asumido por uno de los principales encausados, Antonio Cortés Escobedo. Sin embargo, el miércoles, en declaración en la vista oral, el procesado se retracto.

Ayer, un preso de nacion...

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Dos testigos -ambos presos- ofrecieron ayer versiones dispares sobre el asesinato de un interno argelino durante el motín de la cárcel de Fontcalent, la noche del 12 de noviembre de 1990. La víctima, según el informe de los forenses, presentaba 22 heridas producidas con objetos cortantes, varias de ellas, especialmente las que recibió en la región torácica, mortales de necesidad. Inicialmente, el crimen fue asumido por uno de los principales encausados, Antonio Cortés Escobedo. Sin embargo, el miércoles, en declaración en la vista oral, el procesado se retracto.

Ayer, un preso de nacionalidad libanesa insistió en que Cortés no sólo participó en el crimen, sino que remató a la víctima en el suelo asestándole una cuchillada en el pecho. Este interno declaró que presenció el asesinato, consumado en el patio del módulo 3, desde la ventana de su celda. El testigo relató que oyó a la víctima gritar. 'Ví como un grupo de unas 12 personas lo perseguía. A un metro y medio del muro de la galería de las celdas, uno de ellos le puso la zancadilla y cayó al suelo', explicó. 'El Zorro', como el testigo identificó a Cortés Escobedo, 'lo giró y le clavó el cuchillo en la frente y el pecho', añadió.

Otro preso, que presenció el crimen desde un banco del patió, señaló que no eran más de dos los amotinados que persiguieron al interno argelino. Según este testigo, la última puñalada la lanzó el procesado Salvador Estarlich, y no Cortés Escobedo.

La prueba testifical se completó ayer con la declaración de otros dos reos que realizaban labores de apoyo en la cárcel. Éstos confirmaron que cuatro de los procesados agredieron con distintas armas - barras de hierro, destornilladores y navajas- a dos internos más. En la vista oral, ninguno de los 20 acusados ha reconocido este extremo. Todos han alegado que iban armados para defenderse e, incluso, algunos mantienen que las navajas que portaban en la revuelta se las vendieron los funcionarios.

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