Reportaje:

Cuestión de carácter

Diez años después de Bilardo, el Sevilla recupera su fútbol duro y aguerrido

'Ha forjado un equipo fiel a sus gustos. Así, sus jugadores han recuperado una virtud perdida: pelear al 100% mientras quede la más mínima esperanza de vencer. Pero el cuerpo a cuerpo está pasando una factura onerosa: son los que acumulan más amonestaciones y empiezan a ser vistos como antideportivos'. Semejante descripción, publicada en este periódico, tiene diez años. Se escribió para definir al Sevilla que había formado Carlos Salvador Bilardo cuando, mediada la temporada 1992-1993, el equipo empezaba a mostrar la impronta del entrenador argentino. Entonces, liderado por Maradona, el Sevill...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

'Ha forjado un equipo fiel a sus gustos. Así, sus jugadores han recuperado una virtud perdida: pelear al 100% mientras quede la más mínima esperanza de vencer. Pero el cuerpo a cuerpo está pasando una factura onerosa: son los que acumulan más amonestaciones y empiezan a ser vistos como antideportivos'. Semejante descripción, publicada en este periódico, tiene diez años. Se escribió para definir al Sevilla que había formado Carlos Salvador Bilardo cuando, mediada la temporada 1992-1993, el equipo empezaba a mostrar la impronta del entrenador argentino. Entonces, liderado por Maradona, el Sevilla era un equipo en el que destacaban por su contundencia jugadores como Prieto, Martagón, Diego, Simeone o Jiménez.

Más información

Bilardo impregnó a aquel grupo de su filosofía de la victoria, en la que cualquier estratagema era válida con tal de conseguirla. Aquel fue el año en el que las cámaras de Canal + recogieron la escena en la que Bilardo recriminaba a su masajista por atender a un jugador contrario, en un Deportivo-Sevilla. 'Al enemigo písalo, písalo', gritaba el técnico desde la banda en unas imágenes que dieron la vuelta al mundo y que le supusieron una sanción que, finalmente, le fue anulada por el Tribunal Superior de Madrid seis años después.

Desde aquella temporada hasta la llegada de Joaquín Caparrós, hace ahora dos ejercicios, el Sevilla ha pasado una de sus peores rachas deportivas y sociales, incluida una segunda y fugaz etapa del argentino en el banquillo -en el curso 1996-1997, el del descenso-. Caparrós ha recuperado gran parte de la filosofía que Bilardo aplica al fútbol para devolver al Sevilla a Primera y mantenerlo con holgura la pasada campaña.

Aquella sentencia sobre el equipo de Bilardo, escrita hace ahora diez años, es aplicable, en gran parte, al grupo formado por Caparrós. Además, al igual que el entrenador argentino, el técnico sevillano es un trabajador incansable y un auténtico maniático del fútbol, sus tácticas, sus vídeos y sus jugadas. Es supersticioso como Bilardo -no se cambia las corbatas mientras su equipo consiga buenos resultados y detesta el amarillo- y, para colmo, su comportamiento en el banquillo es tan histriónico o más que el del maestro suramericano. 'Un técnico que no grita puede explotar por algún lado. Ha habido muertes en los banquillos por la presión', decía este último.

Caparrós tiene claro cuáles son los pilares sobre los que se construye su discurso futbolístico. Coraje, carácter, casta y fe en la victoria hasta el último momento. Y dureza, claro. Sobre todo en una defensa liderada desde su llegada por Pablo Alfaro y en la que reaparece de cuando en cuando Prieto, ya en la recta final de su carrera.

Unos principios que, como los de Bilardo, granjean a su grupo fama de leñero y que rápidamente asimilan tanto los recién llegados como los jóvenes jugadores de la cantera. Por ejemplo, Marcos Vales, un fino centrocampista repescado del Sporting y que en el pasado derby, su primer partido como titular en el Sevilla, ya se destapó con alguna entrada subida de temperatura. 'Aunque tengas calidad, lo primero es tener una actitud fuerte y trabajar por el equipo', sostiene el jugador gallego. O su compañero Óscar, un central recién subido del filial que está siendo pareja de Alfaro mientras Javi Navarro se recupera de una lesión y que ya dejó su huella a algún contrario en aquel accidentado partido. Aunque la competición no ha hecho más que empezar, estadísticamente el Sevilla es el cuarto equipo que más faltas realiza y, curiosamente, el que más hace en su propio campo.

El director deportivo del Sevilla, Ramón Rodríguez Verdejo, Monchi, niega la mayor y lo hace dando la vuelta al razonamiento de Vales. 'Sólo con carácter, casta y violencia no se ganan los partidos. Contra el Betis empatamos, además de con eso, con buen fútbol', dice el ex portero, aunque reconoce que Caparrós le ha dado al equipo capacidad de sacrificio y de trabajo como grupo, a añadir al mérito de cada jugador.

Monchi fue entrenado por Bilardo a su paso por Sevilla y reconoce ciertas similitudes entre ambos técnicos, como que exprimen al máximo a sus jugadores, aunque no cree que ninguno monte equipos duros. 'Una cosa es la casta y otra la violencia. Nos han colgado un sambenito que no se corresponde con la realidad'.

Archivado En