THE ECONOMIST | REVISTA DE PRENSA

Rescatar la economía mundial

Los presidentes de los bancos centrales suelen ser retratados popularmente como capitanes de barco que pilotan con celo sus economías. Pero en realidad, tienen más en común con los antiguos navegantes: frecuentemente, no saben dónde están, y menos aún adónde van; sus mapas e instrumentos de navegación no son fiables y el timón es inseguro. Lo peor de todo es que sus dilemas políticos más recientes son el equivalente a no saber si la Tierra es redonda o plana. Esos presidentes de bancos centrales crecieron en un mundo cuyo peor peligro era la inflación, pero en los últimos años, las peores amen...

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Los presidentes de los bancos centrales suelen ser retratados popularmente como capitanes de barco que pilotan con celo sus economías. Pero en realidad, tienen más en común con los antiguos navegantes: frecuentemente, no saben dónde están, y menos aún adónde van; sus mapas e instrumentos de navegación no son fiables y el timón es inseguro. Lo peor de todo es que sus dilemas políticos más recientes son el equivalente a no saber si la Tierra es redonda o plana. Esos presidentes de bancos centrales crecieron en un mundo cuyo peor peligro era la inflación, pero en los últimos años, las peores amenazas han provenido de las burbujas bursátiles y ahora, quizás, de la deflación. (...) La historia sugiere que los bancos centrales deben hacer todo lo que puedan para evitar la deflación (...), pero los que deben hacer estas políticas, entrenados para afrontar altas inflaciones, están mal preparados. (...) La lección de Japón es que deben realizarse recortes de tipos de interés pronto (...) y que la política presupuestaria debe jugar un papel más relevante. (...) En la UE, esto se traduce en quitar el corsé presupuestario y reescribir el pacto de estabilidad atendiendo al momento del ciclo. Se dice que se dañaría la credibilidad del euro, pero es mucho peor amarrarse a una política errada que admitir la equivocación y corregirla. Hay que tomar medidas extra en todo el mundo. (...) Si queremos que la economía mundial vuelva a avanzar, no sólo deben recortarse los tipos de interés en EE UU, sino que también deben encender sus motores Europa y Japón. Las depresiones son peligrosas.

Londres, 27 de septiembre de 2002

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