Columna

La tarea

Las palabras de clausura de Aznar en el Congreso del PP andaluz eran propias de una convención comercial en la que se hubiera reunido a los vendedores para exigirles que aumentasen la facturación. Fue muy revelador que Aznar se excluyera del plural cuando gritó: 'Tenéis que ganar en Andalucía de una vez, ya'. Como si la cosa no fuera con él.

Hay bastante crueldad en estas palabras de Aznar. Desde 1996, cuando llegó a la Moncloa, no ha puesto las cosas nada fáciles a sus compañeros de Andalucía: desdén hacia el Gobierno de los andaluces, racanería en la financiación, escamoteo de fondos ...

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Las palabras de clausura de Aznar en el Congreso del PP andaluz eran propias de una convención comercial en la que se hubiera reunido a los vendedores para exigirles que aumentasen la facturación. Fue muy revelador que Aznar se excluyera del plural cuando gritó: 'Tenéis que ganar en Andalucía de una vez, ya'. Como si la cosa no fuera con él.

Hay bastante crueldad en estas palabras de Aznar. Desde 1996, cuando llegó a la Moncloa, no ha puesto las cosas nada fáciles a sus compañeros de Andalucía: desdén hacia el Gobierno de los andaluces, racanería en la financiación, escamoteo de fondos europeos, ausencia de reconocimiento del censo real...

No es cierto, además, que este congreso haya sido continuista. Desde 1999 hasta ahora, el PP-A ha perdido a dos de sus mejores cabezas de cartel para ganar a Chaves: Manuel Pimentel y Amalia Gómez. Pero ningún partido admite la disidencia y el PP, menos.

El golpe de mesa de camilla que acabó en Córdoba con Bellido se hizo sentir en el congreso de Granada: como si quisieran lavar sus culpas pasadas por haber castigado a Teófila en la elección de 1999 con un 50% de votos en blanco, la delegación malagueña -se supone que obedeciendo a Javier Arenas- tuvo formalmente la iniciativa de lanzar su nombre como candidata.

El PP cuenta con dos severos inconvenientes para poder ganar las próximas elecciones autonómicas: los errores de Aznar -a los que el PSOE-A ha sacado muchísimo provecho- y una candidata que no desea serlo y a la que nadie en su partido ve con posibilidades, aunque, naturalmente, se preocupan mucho por hacer ver lo contrario.

La verdad es que es ésta una historia muy cruel. La tarea que Aznar impone a sus correligionarios andaluces es de casi imposible cumplimiento. Por eso, es normal que cada uno vaya a lo suyo, aunque sin dejar de aparentar entusiasmo y confianza. Para los malagueños, lo importante era que no reapareciera Celia Villalobos, esta vez en el papel de la candidata. Para Javier Arenas, mantener el cortijo en calma, aunque su explotación sea manifiestamente mejorable, y seguir haciendo carrera en Madrid, siguiendo la tradición de los señoritos absentistas. Para Teófila Martínez, retrasar la proclamación de su candidatura a la Junta para evitar que sus electores gaditanos la castiguen por su pluriempleo en las próximas municipales. Pero a Teófila no le han salido las cosas como quería. Paradójicamente, se podría decir que es la única perdedora del Congreso.

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Con estos mimbres tiene que ponerse el PP a ganar las autonómicas. Lo tiene difícil, por muchas inauguraciones que haga Álvarez Cascos. La oposición de Teófila ha sido estrafalaria e inconstante y ni siquiera ha llegado a tocar ninguno de los flancos débiles de Chaves, que, prodigiosamente, posee ahora mayores expectativas electorales que hace dos años.

El PP-A sólo ha puesto a Chaves en un brete cuando, echando mano de la fontanería y aprovechando sus contactos en el peculiar mundo de los negocios andaluz, colaboró en la rebelión de las cajas de Córdoba y Sevilla, en contra no ya sólo de los intereses de la región, sino, incluso, de la política de su propio partido.

¿Qué se le puede ocurrir esta vez a Javier Arenas?

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