Tinto de verano | GENTE

'Troilo' y yo

Di que un día voy a Barcelona, esta primavera, a presentar un libro que se llamaba Tinto de verano, que consistía en estos simpáticos artículos que escribo ahora, pero todos juntos y con una portada, que es una manera a lo tonto de sacarse un dinerete extra. Y no lo hago por codicia, entiéndame, lo hago porque somos muchos de familia y mi santo ha decidido no trabajar y dedicarse a cuidar un manzano estéril, que hasta el mismo Ángel Carrascosa, del Teatro Real, que vino la otra noche a comprobar que todo lo que yo cuento es radicalmente cierto, miró el palitroque y dijo: 'Pues sí que es...

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Di que un día voy a Barcelona, esta primavera, a presentar un libro que se llamaba Tinto de verano, que consistía en estos simpáticos artículos que escribo ahora, pero todos juntos y con una portada, que es una manera a lo tonto de sacarse un dinerete extra. Y no lo hago por codicia, entiéndame, lo hago porque somos muchos de familia y mi santo ha decidido no trabajar y dedicarse a cuidar un manzano estéril, que hasta el mismo Ángel Carrascosa, del Teatro Real, que vino la otra noche a comprobar que todo lo que yo cuento es radicalmente cierto, miró el palitroque y dijo: 'Pues sí que es pequeño'. Por cierto que, si ustedes quieren venir a conocer nuestro territorio mítico, pueden. Hay trenes desde Madrid a las en punto en los que te ponen, no sé si será cosa de Gallardón, unos adagios de Albinoni a toda pastilla, que te dan ganas de tirarte en marcha. Por sólo 10 euros (cobro) verán a sus personajes en carne y hueso, mi santo con la mochila de fumigación, Evelio en la zanja, Omar con los manguitos y luego un pequeño kit de degustación de la Thermomix. De momento sólo me he anunciado en el periódico de la Sierra, que me hacen precio. Ayer vinieron dos señoras lectoras de Alpedrete y, cuando llevaban media hora viendo a mi santo con su mochila de fumigación dándole al membrillo, exclamaron: '¡Es verdad, no escribe nada!'.

Cuando se me pone delante un catalán me salen tópicos a borbotones

Yo no sabía cuando me casé que iba a tener que trabajar tanto, es de esas sorpresas que te llevas luego, cuando abres el paquete (en sentido figurado). Pensaba que mi papel iba a consistir en viajar de consorte por las universidades extranjeras, hacer de nuestra casa una parada y fonda de intelectuales internacionales, y viajar a Suecia de vez en cuando, que es lo que hacen los escritores cuando cumplen cierta edad, viajan a Suecia a comer con gente. Por el clima será, y por la consabida simpatía del pueblo sueco.

A lo que iba, que di que fui a Barcelona a presentar mi libro. Le pedí a Sergi Pàmies que me hiciera un elogio encendido. Qué bonito, le dije, un escritor catalán apoyando a un madrileño en la ciudad condal, y patatín y patatán. A mí es que, cuando se me pone delante un catalán, me salen tópicos a borbotones. Es una cosa genética con la que nacemos en Madrid, ya no me refiero al tópico del catalán roñoso (eso es más de la etapa del colegio), sino a eso que decimos los que ya estamos viajados: 'El catalán, de momento, es muy cerrado, tirando a borde, te cuesta mucho que te admita; ahora, cuando te haces un amigo catalán, ese amigo es ya para siempre'. Ese 'para siempre' me inquieta, ¿no podría evitarse? 'En cambio, el de Sevilla, parece que te lo da todo y luego no te da nada, es pura falsedad'. Del de Cuenca, sin embargo, nunca decimos nada.

A mí antes, cuando era de Moratalaz, me daban vergüenza los topicazos, pero desde que me he hecho escritora lo encuentro hasta necesario. Recuerdo ese tópico precioso que acuñó mi santo: 'Antes de escritor, yo soy lector'. A él se lo disculpo porque escondía una gran verdad: ya no hace más que leer.

Pero, por Dios, a lo que iba: que Sergi Pàmies va y empieza a presentarme, yo con esa cara que ponemos los escritores de 'me abruman tantos elogios, aunque que sé que los merezco', cuando va Pàmies y dice una cosa que me deja supraperpleja. Dijo que eso que hacía yo de escribir sobre los míos ya estaba inventado, que lo había inventado Gala en sus charlas con Troilo. Me molestó, a qué negarlo, porque lo de Troilo consistía en que el escritor le contaba un rollo a Troilo y Troilo se lo tragaba. Yo no digo que el rollo no fuera interesante, pero Chiquitín (mi yorkie) tiene una serie de habilidades que le hacen incomparable. A no ser, claro, que Pàmies se refiriera a mi santo, en cuyo caso encuentro más similitudes, porque a mi santo le meto un rollo y, como que no registra. Como dice Evelio, no hay feedback.

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