CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Corea, Israel y EE UU compiten en la final del concurso de piano

Posan a plena carcajada entre las columnas del Palacio de Festivales de Santander. Allí les esperan dos días de infierno y gloria a estos tres jóvenes pianistas. Una, la coreana Soyeon Lee (Seúl, 1979), ha elegido la Rapsodia sobre un tema de Paganini, de Rachmaninov, para la final que tendrá lugar hoy a las 21.00 en la Sala Argenta del auditorio santanderino. Los otros dos, el israelí Borís Giltburg (Moscú, 1984), el más joven, y el estadounidense de origen chino Ning An, nacido en 1976, prefieren el riesgo sonoro de Béla Bartok y su Concierto número tres, en el caso del primero...

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Posan a plena carcajada entre las columnas del Palacio de Festivales de Santander. Allí les esperan dos días de infierno y gloria a estos tres jóvenes pianistas. Una, la coreana Soyeon Lee (Seúl, 1979), ha elegido la Rapsodia sobre un tema de Paganini, de Rachmaninov, para la final que tendrá lugar hoy a las 21.00 en la Sala Argenta del auditorio santanderino. Los otros dos, el israelí Borís Giltburg (Moscú, 1984), el más joven, y el estadounidense de origen chino Ning An, nacido en 1976, prefieren el riesgo sonoro de Béla Bartok y su Concierto número tres, en el caso del primero, y la intensidad romántica de Chopin y su Concierto número uno, por parte de An.

Es la recta final. Hoy interpretan ante el público, con la London Symphony Orchestra y Rafael Frühbeck de Burgos como director, y mañana conocerán el fallo del jurado de expertos presidido por el director español Antoni Ros-Marbà. Será en una gala en la que habrá una sorpresa: la interpretación de Suspiros de España por 12 pianistas al tiempo. Para el ganador, varios premios jugosos: 33.056 euros, una gira con recitales y conciertos por todo el mundo, la grabación de un disco para el sello ASV, un rolex de oro que le marque los tiempos y un reluciente piano de cola Kawai.

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Soyeon Lee explica por qué ha elegido su pieza de Rachmaninov para la final: 'Porque la adoro y en una simple expresión esa música lo consigue todo, la claridad y el fuego', asegura.

El más crecido en años, Ning An, también confiesa que su preferencia sentimental por el Concierto uno, de Chopin, ha jugado su papel. 'También amo esta pieza', asegura. ¿Y le da suerte? 'La suerte la voy a necesitar; si no la tengo yo, la música no va a dármela', cuenta el intérprete. Giltburg, el benjamín, se va a tirar a la piscina con Béla Bartok: 'Será la primera vez que lo interprete en público y con orquesta, aunque lo conozco muy bien'.

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