Fernando Torres pone la directa

Ahora Reyes -artístico-, ahora Fernando Torres -pundonoroso-, siempre Iniesta, -gentelman, estilo Masía-, a veces Sergio -imprevisible-, otras Solabarrieta -impagable en el esfuerzo-, a menudo Jarque -un defensa que se aburre en la cueva-. Ayer: Fernando Torres. Fue su turno, el momento de un niño llamado a la gestión de las grandes empresas, al que le han puesto en su club, el Atlético, un par de buenos gerentes para picarle la moral: Javi Moreno y José Mari. Dos embrujos españoles, dos reductos malgastados del calcio frente a un niño al que le sobran maneras, voluntad, potencia...

Ahora Reyes -artístico-, ahora Fernando Torres -pundonoroso-, siempre Iniesta, -gentelman, estilo Masía-, a veces Sergio -imprevisible-, otras Solabarrieta -impagable en el esfuerzo-, a menudo Jarque -un defensa que se aburre en la cueva-. Ayer: Fernando Torres. Fue su turno, el momento de un niño llamado a la gestión de las grandes empresas, al que le han puesto en su club, el Atlético, un par de buenos gerentes para picarle la moral: Javi Moreno y José Mari. Dos embrujos españoles, dos reductos malgastados del calcio frente a un niño al que le sobran maneras, voluntad, potencia, verticalidad y, también, exceso de temperamento que le convendría aparcar (reservar para los instantes complejos) en aras a perdurar en los partidos y no jugarse un mano a mano con cada árbitro en cada acción.

Ayer aparcó la visceralidad, es decir la concentró en el balón, en el juego, en su habilidad innata para encontrar o sugerir el punto exacto del pase, para chocar con la contundencia del ganador, para saltar con el desparpajo del cabeceador, y resolver, que es lo suyo, los encuentros complicados, los retos casi imposibles.

Los juveniles españoles lo tenían todo a contrapié para alcanzar la final del europeo. No les valía el empate, tenían la baja por sanción de su central Murillo, Eslovenia se había declarado como un intratable equipo goleador (10 goles en dos partidos) y para colmo, a los seis minutos, el lateral Cech transformó un libre directo que añadía un porcentaje suplementario a la cuesta del partido.

Probablemente, el gol de Sergio, en un error del central Konecny, devolvió a España a un encuentro que amenazaba con erizarse mas allá de las diferencias, inexistentes, entre ambos equipos. Y en esto surgió Fernando Torres, en otro mal momento de la selección española, aquejada por la lesión de Reyes -el artista, de nuevo inválido por otra entrada al borde del descanso-. Pertinaz como los buenos goleadores, olvidó la ocasión errada en un mano a mano ante el portero eslovaco, y clavó un cabeazo a pase de Carmelo. Para que no hubiera dudas, al filo del final del partido aprovechó una contra de Jonan para poner el 3-1 en el marcador, situarse a la cabeza de los goleadores en el campeonato y ratificar el pase de España a la final (previsiblemente frente a Alemania, si no hay sopresas hoy ante Bélgica).

Iñaki Saéz debió hacer una mueca de condescendencia con las maniobras de la chavalería. Sus apelaciones a la regeneración de la selección absoluta encontraron ayer otro punto de apoyo. Fernando Torres y Reyes con estruendo, e Iniesta, Sergio, Solabarrieta con los nudillos llaman a la puerta. Se hacen oír.