Crítica:LOS ENCUENTROS DE SANTANDER

Teresa Berganza y otros maestros

El término y concepto de encuentros, una vía abierta a la liberación de la excesiva competitividad de los concursos, adopta en el caso de Santander una significación plural y altamente interesante. Los Encuentros del mes de julio en la capital de Cantabria se producen entre grandes maestros y grandes alumnos y a la vez entre grandes centros musicales de formación musical superior: Helsinki, Londres, Berlín, Colonia, París y Madrid se encuentran para sumar colaboración y contrastar orientaciones, y todos ellos se encuentran con el público de siempre y con otro nuevo que llena cada día el...

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El término y concepto de encuentros, una vía abierta a la liberación de la excesiva competitividad de los concursos, adopta en el caso de Santander una significación plural y altamente interesante. Los Encuentros del mes de julio en la capital de Cantabria se producen entre grandes maestros y grandes alumnos y a la vez entre grandes centros musicales de formación musical superior: Helsinki, Londres, Berlín, Colonia, París y Madrid se encuentran para sumar colaboración y contrastar orientaciones, y todos ellos se encuentran con el público de siempre y con otro nuevo que llena cada día el Palacio de los Festivales y los espacios de hasta 28 ciudades y pueblos de la comunidad.

Bajo el impulso de la directora Paloma O'Shea y la dirección competente del húngaro-francés Peter Czaba, hemos escuchado el miércoles la perfecta belleza y transparente claridad de Mendelssohn en su Octeto para cuerda, de 1815, y el transido dolor de Pergolese en el Stabat Mater, una de las más hondas musicalizaciones del famoso texto de Jacopone de Todi. Cantaron Teresa Berganza y su discípula venezolana Ana Lucrecia García e hicieron unidad de estilo y de emociones. Teresa es, sobre todo, una gran artista y sus lecciones agudizan el sentimiento y el rigor musical al máximo. El excelente conjunto instrumental del encuentro, bajo la guía certera de Czaba, lograron, junto a las dos solistas, una versión de referencia. Pocas veces se escuchará la obra de Pergolese con tanta verdad y tan ejemplar pureza.

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En la sala Pereda, un ejemplar trío de jóvenes instrumentistas rusos formado por Tatiana Samouil, violinista; Natalia Tchich, viola, y Pavel Gomziakov, violonchelista, explicaron con luces esplendorosas las célebres Variaciones Goldberg, de Juan Sebastián Bach, desde el frescor de su juventud y el anticipado magisterio de sus estudios en Europa, y actualmente en la Escuela Reina Sofía, junto a García Asensio, Gerard Caussé y Natalia Shekoskaia. Quedó muy clara la posibilidad de otro encuentro personificado al máximo por el genio de Bach: el de la música como ciencia y como experiencia estética de belleza entera y perdurable.

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