Tom Hanks afirma que no es una película 'previsible'

En Camino de perdición, Sam Mendes vuelve a la dirección cinematográfica -tras American beauty y su retorno a los escenarios londinenses- para dar un giro al género de las películas de gánsteres y mafiosos. La cinta rompe estereotipos y examina la paradoja de individuos con un código de honor en un mundo inmoral.

Tom Hanks lleva brillantemente el peso de la cinta en el papel, inesperado en él, de personaje oscuro, llamado a hacer justicia por la traición y la destrucción de su familia, de la que sobrevive un hijo que relata la historia años después. John Rooney es un capo ...

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En Camino de perdición, Sam Mendes vuelve a la dirección cinematográfica -tras American beauty y su retorno a los escenarios londinenses- para dar un giro al género de las películas de gánsteres y mafiosos. La cinta rompe estereotipos y examina la paradoja de individuos con un código de honor en un mundo inmoral.

Tom Hanks lleva brillantemente el peso de la cinta en el papel, inesperado en él, de personaje oscuro, llamado a hacer justicia por la traición y la destrucción de su familia, de la que sobrevive un hijo que relata la historia años después. John Rooney es un capo de la mafia irlandesa de Illinois en 1931, año de ley seca y depresión económica, al que da vida un Paul Newman de 77 años.

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La película es el conflicto entre los dos padres que velan por sus hijos y de la lucha del padre anciano con el hijo que hubiese querido tener y que ha ordenado matar, una historia de violencia y redención, en la que la psicología predomina sobre la psicopatía, reservada para un espléndido Jude Law en el papel del fotógrafo asesino que debe eliminar a los Sullivan. La novela homónima de Max Allan Collins interesó a Hanks, que se sintió aún más intrigado por el guión.

Hacer justicia

'Me pareció que iba a ser la clásica película con la que uno está familiarizado. Pero, al cabo de tres páginas, yo no sabía ni dónde estaba ni lo que iba a ocurrir después. Recuerdo que pensaba que debía ser una película previsible y que era completamente imprevisible', dice Tom Hanks, que el martes cumplió 46 años. 'Me preguntaba quién podría hacer justicia. Resultó ser Sam Mendes. Hablando con él me di cuenta de que iba a estar en manos de alguien que podía contar la historia como había que contarla'.

Para esta segunda cinta, el director británico, de 36 años, ha contado con 80 millones de dólares (80,8 millones de euros), frente a los 15 de su ópera prima. Al igual que Tom Hanks cree que Mendes era la persona capaz de dar el tratamiento que pedía la historia, el director piensa que el actor podía perfectamente agregar un papel agónico a una carrera que ha avanzado por otros derroteros.

'Tom Hanks siempre entiende los límites del conocimiento y el vocabulario de sus personajes', dice Mendes. 'En esta ocasión es un personaje moralmente ambiguo, del que como espectadores no sabemos si es bueno o malo'

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