Columna

Roberto Carlos, el espectáculo

- La esencia del fútbol. La expansión que está teniendo el fútbol, la multiplicación de aficionados jóvenes que cada día vibran con este deporte, nos debe hacer ser más cuidadosos y confirmar los valores más entrañables. No podemos perder la perspectiva de lo que es el fútbol, su naturalidad, su esencia. El marketing nos envuelve a todos, lo superficial por encima de lo sustancial, el escaparate más que la trastienda. Este espíritu mercantil que el fútbol necesita no nos debe cegar.

- La semifinal. Turquía empezó bien, bajo la dirección de Tugay y Emre, pero poco a poco el peso...

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- La esencia del fútbol. La expansión que está teniendo el fútbol, la multiplicación de aficionados jóvenes que cada día vibran con este deporte, nos debe hacer ser más cuidadosos y confirmar los valores más entrañables. No podemos perder la perspectiva de lo que es el fútbol, su naturalidad, su esencia. El marketing nos envuelve a todos, lo superficial por encima de lo sustancial, el escaparate más que la trastienda. Este espíritu mercantil que el fútbol necesita no nos debe cegar.

- La semifinal. Turquía empezó bien, bajo la dirección de Tugay y Emre, pero poco a poco el peso de Roberto Carlos, Cafú, Ronaldo y Rivaldo se impuso. Tomaron el control, la iniciativa y las llegadas se fueron sucediendo. El fútbol no debe ser objeto de comercio: Brasil es la esencia de este deporte y se aleja de la rutinas de todas las selecciones.

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- Scolari. Un entrenador que ha tenido como prioridad la búsqueda del puesto ideal para cada jugador. En función de los futbolistas, ha arbitrado un sistema racional, favoreciendo las características de sus hombres. Cuenta con grandes estrellas, desde Marcos -por cierto, extraordinario, en la línea de Taffarel- a Ronaldo. Con algún jugador discreto, pero muy importente. Edmilson, arropando a sus centrales, iniciando bien el juego y dando libertad a dos inmensos laterales. El otro, Gilberto Silva, con un excelente trabajo, recordando a Dunga o Mauro.

- Brasil. El factor determinante hay que buscarlo en la base genética de esos jugadores. Su capacidad natural, en su talento, han nacido para jugar al fútbol.

- Roberto Carlos. Como muchos, he sentido predilección por Brasil. Que un representante de Nuestro Club pueda acceder a la final es una satisfacción. Pero encima se trata de Roberto Carlos, una simpatía muy compartida. No quiero dar una visión exagerada, partidista, poco objetiva. En todo caso, me callaría. Personifica las virtudes de un jugador alegre, que piensa en el público cuando juega. Sí, en el espectador. Porque quiere ganar, que es el deseo de todos, pero también piensa en el espectáculo, en el cómo se gana. Cuando alguno trata de buscarle algún defecto, yo le contesto: sí es verdad, podría ser el máximo goleador -hoy ha llegado a posiciones de gol inmejorables-. Si se lo propusiese lo conseguiría, pero también es generoso. Goleador y generoso no es fácil.

- Ronaldo. En la Liga española, un porcentaje alto de goles los hizo driblando al portero. Cuando se le veía, parecía sencillo. El goleador es aquel que hace lo inesperado. Si telegrafiase sus disparos, el portero tendría ventaja. Ayer dio una muestra de su sentido del gol. La superficie que ha utilizado, la puntera, siempre decimos que es un recurso. Como si fuera una categoría menor. Ronaldo es capaz de lo excepcional hacerlo habitual. Es una buena noticia su vuelta.

- Árbitro. Milton no se desgastó en cosas pequeñas. Es lo que se tiene que hacer. Un árbitro debe intervenir en lo gordo. Muy bueno, por pitar con simpleza. No debería ser noticia, pero tal y como va el Mundial, es un hecho a destacar.

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