Análisis

No pasa el mejor

- A no dejar jugar. Dos equipos que parten de dos posiciones distintas, dos repartos del terreno diferentes, pero con la idea ambos de no dejar jugar al rival. La obsesión por la presión, por no dejar jugar y casi por no arriesgar en pérdidas del balón propició un primer tiempo de pocas ocasiones. Un remate de Morientes que paró el portero en la raya y una acción de Joaquín por la derecha a la que no llegó el propio Morientes. El segundo tiempo y la prórroga fueron más abiertos, con alternativas, con un gran derroche físico en los dos equipos. Menos control y más fútbol.

- España. Rac...

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- A no dejar jugar. Dos equipos que parten de dos posiciones distintas, dos repartos del terreno diferentes, pero con la idea ambos de no dejar jugar al rival. La obsesión por la presión, por no dejar jugar y casi por no arriesgar en pérdidas del balón propició un primer tiempo de pocas ocasiones. Un remate de Morientes que paró el portero en la raya y una acción de Joaquín por la derecha a la que no llegó el propio Morientes. El segundo tiempo y la prórroga fueron más abiertos, con alternativas, con un gran derroche físico en los dos equipos. Menos control y más fútbol.

- España. Racionalmente distribuida en el campo, con buen sentido de la colaboración y bien complementadas las parejas. Mayor calidad en la elaboración. Intentó aprovechar la debilidad rival en el juego aéreo con la consigna en los saques de banda, los córneres y las faltas de buscar la superioridad (Hierro, Nadal y compañía) de hombres altos. Escasas, pero seguras intervenciones de Casillas. La ausencia de Raúl fue decisiva.

- El árbitro. España ha sido mejor, pero la rapidez del árbitro en pitar y los deslices graves de los asistentes le han impedido estar entre las cuatro mejores y optar a lo máximo. El camino de la selección en este Mundial ha sido notable. Y, a pesar de la derrota -tres victorias y dos empates-, ha aumentado el sentimiento colectivo y el espíritu tantas veces añorado y envidiado en otras selecciones.

- Regateadores. Corren tiempos en los que prevalece el juego de conjunto, los movimientos, la presión. El juego colectivo se basa en el pase, su primer fundamento. El olvido del regate, acción en desuso, impide en muchas ocasiones que equipos superiores puedan hacerse valer por la escasez de jugadores que dominan esta suerte. Los propios entrenadores en las categorías inferiores coartan la libertad de los niños impidiendo el progreso individual. Es una cualidad que distingue a los jugadores. No se enseña, puede que no se aprenda, pero si se potencia es en los primeros años. España tiene dos regateadores distintos -en función de la zona en que se realice-, pero de primer nivel: Joaquín y Valerón.

- Hierro. En un joven, tras un error, no pasa nada. En un veterano, se cuestiona su futuro. Volverá a fallar, se dice. Hay muchas escopetas cargadas. Pero sólo podemos hablar de lo que pasa, no de aquello que se intuye o parece que va a ocurrir. Hierro es la autoridad en el fútbol de la selección. Gobierna desde atrás, manda en las dos áreas, domina por arriba y por abajo, juega en corto o en largo. Tiene la inteligencia innata de los grandes futbolistas. Mi mayor elogio es compararle con los últimos grandes modelos: la estética de Beckenbauer y la capacidad táctica de Baresi. Fernando es mucho más completo que los dos. Ha marcado una época en el Madrid y en la selección nacional. Ha jugado su partido número 89, el último en el combinado nacional, con una actuación propia de su carrera.

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