Desde el Pacífico

Información: ¿Carencia o exceso?

En la era digital surgen dificultades para manejar la información. El problema puede venir de un exceso de datos

La actual querella sobre lo que el FBI, la CIA y el presidente Bush sabían antes del 11 de septiembre ilustra las dificultades del manejo de la información en la era digital. El elemento más impactante es que el problema de los servicios de EEUU no fue la falta de información.

En un artículo publicado por EL PAÍS, el historiador Paul Kennedy afirma que el problema radica, paradójicamente, en la abundancia de información. Utilizando como referencia un notable trabajo sobre la misma situación antes del ataque a Pearl Harbor, Kennedy señala que el 'verdadero culpable' fue 'el ruido - palab...

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La actual querella sobre lo que el FBI, la CIA y el presidente Bush sabían antes del 11 de septiembre ilustra las dificultades del manejo de la información en la era digital. El elemento más impactante es que el problema de los servicios de EEUU no fue la falta de información.

En un artículo publicado por EL PAÍS, el historiador Paul Kennedy afirma que el problema radica, paradójicamente, en la abundancia de información. Utilizando como referencia un notable trabajo sobre la misma situación antes del ataque a Pearl Harbor, Kennedy señala que el 'verdadero culpable' fue 'el ruido - palabra que ya se usó para describir el volumen y susurros de señales de información que ensombrecen el juicio y obstaculizan el reconocimiento de la verdad inherente'. En pocas palabras, existían muchísimos indicios que no se supieron interpretar hasta después de los acontecimientos.

John Arquilla, profesor y especialista de las guerras de redes, considera que 'el problema no es la falta de información sino el manejo de la misma'

A los informáticos les gusta mucho esta lectura de lo acontecido tanto en 1941 como en 2001. Y si les gusta esta manera de plantear el problema, es porque creen tener la respuesta. Si se trata simplemente de exceso de información, el asunto se puede resolver gracias al ritmo de crecimiento del poder de los microprocesadores (duplicable aproximadamente cada 18 meses según la Ley de Moore) y el uso de programas sofisticados. Intel saca chips cada vez más poderosos y la CIA, mediante su empresa de capital de riesgo In-Q-Tel, invierte en todo lo que permita tratar con más inteligencia grandes cantidades de datos.

Esta visión resulta bastante optimista, pero no todo el mundo la comparte. Los debates, en California por lo menos, se abren en dos grandes direcciones: una que implica la forma de trabajar de quienes tienen a su cargo recopilar y analizar grandes cantidades de información, y otra que cuestiona la naturaleza misma del problema.

John Arquilla, especialista de las guerras de redes (NetWar) y profesor, declaró a principios de mayo en la Universidad de Berkeley: 'El problema no es la falta de información sino el manejo de la misma'. La información ya estaba, pero de manera fragmentada; no existía comunicación entre quienes la podían interpretar. El problema esencial, según Arquilla, radica en la relación entre los cuerpos implicados en recopilar la información, en el hecho que la siguen concibiendo como una propiedad, como algo que hay que guardar para sí y no compartir. De ahí el concepto de guarded openness (apertura restringida), una sugerencia para que el aparato de defensa de EEUU empiece a ser más abierto y empiece a funcionar mejor.

En la era de la información, el problema no se limita a los aparatos de inteligencia. El profesor Paul Rabinow, del departamento de Antropología de la Universidad de California-Berkeley, se interesa por el desarrollo de las ciencias tanto humanas como de la naturaleza. En un documento publicado en junio para una conferencia sobre el tema escribe: 'El exceso de la información se presenta a menudo como una cuestión de datos. Tal vez debamos plantear el problema en términos más cualitativos que cuantitativos'.

Resultaría más productivo plantear el problema en términos de 'desbalances informativos'. La expresión toma en cuenta tanto lo que existe en exceso (el ruido), lo que es falso (errores, mentiras, y, en materia de guerra, propaganda o desinformación) y lo que falta: el dato que facilita la interpretación y permite transformar los datos y la información en conocimiento y, cuando se puede, en comprensión.

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