Reportaje:

El 'mundialito' familiar de la sierra

Quinientos residentes en Torrelodones juegan desde hace años un campeonato vecinal de minifútbol

El minifútbol -competición que se realiza en un campo más pequeño que el habitual- es más que un deporte en Torrelodones (14.700 habitantes). Un grupo de vecinos ha conseguido reunir en torneos de invierno y verano a más de 500 participantes. Familias enteras se inscriben en los campeonatos, celebran fiestas, preparan carrozas para la cabalgata de Reyes y, sobre todo, se lo pasan en grande.

'Te lían desde el primer momento', comenta satisfecho Floro, un profesor de arquitectura que apuntó a su hijo en el torneo de invierno. 'El primer día que yo pisaba el campo se me acercó alguien, no ...

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El minifútbol -competición que se realiza en un campo más pequeño que el habitual- es más que un deporte en Torrelodones (14.700 habitantes). Un grupo de vecinos ha conseguido reunir en torneos de invierno y verano a más de 500 participantes. Familias enteras se inscriben en los campeonatos, celebran fiestas, preparan carrozas para la cabalgata de Reyes y, sobre todo, se lo pasan en grande.

'Te lían desde el primer momento', comenta satisfecho Floro, un profesor de arquitectura que apuntó a su hijo en el torneo de invierno. 'El primer día que yo pisaba el campo se me acercó alguien, no recuerdo quién, y me dijo que si quería ser entrenador. Y aquí estoy, entrenando', explica Floro.

'Primero apuntas al niño y después se engancha toda la familia. Yo no juego al fútbol, pero hay muchas mujeres que sí, aunque todos ayudamos. Mi marido, por ejemplo, es el encargado de poner la música en los partidos', comenta una madre.

El organizador de este gran tinglado futbolístico y social, que surgió hace 30 años, cuando un grupo de amigos decidió organizar unos campeonatos de fútbol, es Javier García de Leániz. Afable y satisfecho a pesar de haber dormido sólo tres cuartos de hora preparando la entrega de trofeos del campeonato de invierno, comenta orgulloso que, gracias a estos torneos, se han conocido matrimonios, han salido personas del paro y, sobre todo, se inculca a los niños un espíritu deportivo desde sus primeros años. 'Además, todos tienen premio. Da igual que ganen o que pierdan', explica Javier.

Blanca, con el número 10 de su equipo y cinco años a sus espaldas, cuenta con su media lengua que le encanta el fútbol y que además le gusta más ganar que perder. Otro de los protagonistas de la jornada es Javier, un chaval de siete años que tiene madera de goleador: este año ha conseguido endosar al contrario 36 goles. 'Voy a ser futbolista', asegura orgulloso, mientras mantiene que seguirá jugando en los torneos de Torrelodones hasta que le dejen.

Silvia, de nueve años, lleva tres temporadas formando parte de los equipos. No tiene muy claro querer ser futbolista de mayor, pero sí sabe que desea jugar al fútbol con sus amigos de Torrelodones.

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Los equipos se forman por riguroso sorteo. 'Así conseguimos que sean lo más heterogéneos posible, y se hacen muchos amigos', explica Javier. Además, a todos los participantes se les adjudica un mote. Javier, que ostenta orgulloso en su gorra el mote de La Vieja, comenta que es una tradición implantada desde los primeros tiempos. Javier cuenta la anécdota de Popepe, un jugador de minifútbol al que el cura, al casarle, llamó por su mote porque era más conocido que por su verdadero nombre.

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