Reportaje:Signos

Un Macondo andaluz

Galdós, Baroja, Joyce, Borges y Neruda convirtieron a la provincia de Cádiz en un escenario lleno de potencia literaria

Los aires difíciles, la última novela de Almudena Grandes, recrea un escenario que ha hecho fortuna en la literatura. El malogrado escritor Fernando Quiñones solía aseverar que la única diferencia entre Cádiz y Macondo es que aquél existe, y Macondo es sólo una invención. Su compañero de generación José Manuel Caballero Bonald ha desarrollado toda su obra en torno al marco vinícola de Jerez y Sanlúcar, como José María Pemán, Ramón Solís o el isleño de adopción Luis Berenguer lo hicieron con el área de la Bahía. No fueron los primeros, ni los únicos, en ubicar sus ficciones en la provinc...

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Los aires difíciles, la última novela de Almudena Grandes, recrea un escenario que ha hecho fortuna en la literatura. El malogrado escritor Fernando Quiñones solía aseverar que la única diferencia entre Cádiz y Macondo es que aquél existe, y Macondo es sólo una invención. Su compañero de generación José Manuel Caballero Bonald ha desarrollado toda su obra en torno al marco vinícola de Jerez y Sanlúcar, como José María Pemán, Ramón Solís o el isleño de adopción Luis Berenguer lo hicieron con el área de la Bahía. No fueron los primeros, ni los únicos, en ubicar sus ficciones en la provincia de Cádiz.

Marcial ya había dedicado epigramas a las bailarinas de Gades cuando Benito Pérez Galdós decidió inaugurar sus Episodios Nacionales con Trafalgar: 'Yo nací en Cádiz', dice el protagonista, 'en el famoso barrio de la Viña, que no es hoy, ni menos era entonces, academia de buenas costumbres'. Pío Baroja sitúa algunas de Las inquietudes de Shanti Andía en la capital gaditana, el mismo lugar en que Valle-Inclán juega su Baza de espadas.

En Los majos de Cádiz, el ovetense Armando Palacio Valdés ofrece por su parte un fresco dieciochesco, no exento de tópicos, que conecta con los sainetes gaditanos de Juan Ignacio González del Castillo. Más recientemente, Aquilino Duque ha encuadrado en Cádiz varias de sus obras -Los consulados del más allá, La rueda de fuego-, lo mismo que el madrileño Ramón Mayrata -Miracielos-, Felipe Benítez Reyes -Humo-, Enrique Montiel -Calle Comedia- o Arturo Pérez Reverte en algunos capítulos de La carta esférica o la reciente La reina del Sur.

Muchos otros escritores, desde Lope de Vega a Lord Byron, inspiraron pasajes de su obra en la villa más antigua de Occidente. Jean Genet pasa por ella, miserablemente, en su Diario de un ladrón, y el mismísimo James Joyce se asoma a Algeciras en las últimas páginas del Ulises.

Precisamente el Campo de Gibraltar ha servido también de telón de fondo para obras como Las voces del Estrecho, de Andrés Sorel; Por la vía de Tarifa, de Nieves García Benito; La vida perra de Juanita Narboni, de Ángel Vázquez; Fronteras de arena, de Susana Fortes; Aguas de cristal, costas de ébano, de Adolfo Hernández Lafuente; Ramito de Hierbabuena, de Gerardo Muñoz Lorente; Las columnas de Hércules, de Domingo Trujillo; Calle Real, callejón del muro, de Luis de Armiñán; e incluso algún pasaje de las memorias de Paul Bowles.

La dimensión atlántica de esta provincia tampoco ha pasado desapercibida para los escritores de la orilla americana: Borges cita a Cádiz tres veces en su obra, y el peruano Bryce Echenique llama a una de sus novelas El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz, aunque la ciudad andaluza no se vea más allá del título. El venezolano Denzil Romero fue premio Casa de las Américas con La tragedia del generalísimo, una biografía novelada del independentista Miranda donde Cádiz brilla con su antiguo esplendor fenicio, sus tensiones árabes, la buena mesa y la cama ardiente.

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Cádiz también ha inspirado obras en verso: una de las más célebres es la Elegía a Cádiz de Pablo Neruda, en la que aparece 'amarrada a la costa como una clara nave' donde contemplar 'la miseria manchando como sombra / la dentadura antigua de una ciudad radiante / que tuvo claridad de diamante y espada'.

El colombiano Álvaro Mutis, descendiente del botánico gaditano Celestino Mutis y recientemente galardonado con la Medalla de la Provincia, salda la deuda con su antepasado escribiendo el poema Cádiz, incluido en la Summa de Maqrol: '...las paredes, los patios, las murallas / los más secretos rincones, el aire mismo / en su labrada transparencia también / horadado por el tiempo, la luz y sus criaturas'. Una tradición que inaugurara Alberti al prometerse que llamaría Cádiz 'a todo lo dichoso, / lo luminoso que me aconteciera'.

En los últimos años parece haberse renovado el interés de los escritores por Cádiz y su provincia. Así lo demuestra la desenfadada Ubi sunt? Pisha, de José Rodríguez Plocia, la próxima reedición de Territorio Estrecho, de Juan José Téllez, y dos recopilaciones de narrativa corta: La ciudad escrita y Los relatos de Don Carnal.

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