Tribuna:Mundial 2002

Ganar sin 'Zizou'

La ausencia de Zizou Zidane es una terrible desgracia. Los bleus han perdido a su chico para todo y al responsable de la técnica. Su ausencia suscita muchos interrogantes. El primer impulso del seleccionador sería sustituirle puesto por puesto. Para hacerlo, Roger Lemerre dispone de Djorkaeff, Micoud y Dugarry. Los dos primeros juegan en sus clubes como organizadores, no así el tercero. Sin querer quitar importancia al talento de los otros, no se puede sustituir a Zidane. Su forma de iluminar el juego y utilizar a sus compañeros hacen de él un jugador único. El fútbol se conviert...

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La ausencia de Zizou Zidane es una terrible desgracia. Los bleus han perdido a su chico para todo y al responsable de la técnica. Su ausencia suscita muchos interrogantes. El primer impulso del seleccionador sería sustituirle puesto por puesto. Para hacerlo, Roger Lemerre dispone de Djorkaeff, Micoud y Dugarry. Los dos primeros juegan en sus clubes como organizadores, no así el tercero. Sin querer quitar importancia al talento de los otros, no se puede sustituir a Zidane. Su forma de iluminar el juego y utilizar a sus compañeros hacen de él un jugador único. El fútbol se convierte con él en algo muy sencillo. Puede jugar con todos. Nadie más tiene esa capacidad de adaptación. Pongamos a Trezeguet en punta y le hará brillar. Pongámoslo junto a Henry y sacará el mejor partido de él.

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¿Qué hacer si el gran creador no está? Sea quien sea el llamado a jugar, habrá que poner en práctica una nueva organización. Pasará por nuevas asociaciones de jugadores. Antes del Mundial de 1998, Francia estaba en plena reconstrucción: yo había multiplicado voluntariamente las pruebas con el fin de encontrar las mejores combinaciones. Cuando Lemerre heredó el equipo, no tuvo que crearlas: ya existían, y no iba a cambiarlo todo. La ausencia de Zidane le coloca hoy en una situación inédita y compleja. El hacer titular a Djorkaeff le llevaría a unirle a otros atacantes cuyas características complementan las suyas.

En su desgracia, Francia tiene, sin embargo, una gran oportunidad: ya conoció una situación semejante en 1998, después de su expulsión ante Arabia Saudí. Cuando abandonó el terreno, ni siquiera le dirigí una mirada. Él era responsable de esa tarjeta roja. Seguí mirando el césped. No quería que el equipo se bloqueara. El grupo debía comprender que ahora iba a vivir sin él. La experiencia demostró después que, efectivamente, podía vivir sin él. Los bleus obtuvieron grandes resultados sin él, como ganar a Paraguay.

El partido contra Senegal no es tan decisivo, aunque sigue siendo importante empezar con una victoria. La ausencia de Zidane, en fin, puede resultar beneficiosa para algunos jugadores. Algunos toman más la iniciativa cuando no está. Otros saben que deben asumir mayores responsabilidades. Pienso en Vieira o en Petit. Los bleus saben también que deberán ser más rigurosos y estar más atentos con el fin de compensar la ausencia de su maestro. Pero nadie sustituirá nunca a Zidane.

Aimé Jacquet fue seleccionador de Francia y campeón mundial en 1998

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