FÚTBOL | LA SALIDA DE SERGI DEL BARCELONA

Comprometerse

Van Gaal ha empezado su segunda etapa en el Barça justo donde acabó la primera, señal de que Gaspart bien poca cosa ha hecho en dos años de mandato salvo inflar el vestuario a cambio de vaciar la caja y desmovilizar a la hinchada. A nadie le ha extrañado consecuentemente que el entrenador dejara dicho que, a su regreso de vacaciones, le gustaría no tener que tratar con Sergi ni Abelardo, dos futbolistas que nunca han sido de su cuerda, ni antes ni ahora que son capitanes, y así lo han entendido: han cogido los bártulos y se han ido a buscarse la vida porque, por dignidad, no quieren ser un est...

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Van Gaal ha empezado su segunda etapa en el Barça justo donde acabó la primera, señal de que Gaspart bien poca cosa ha hecho en dos años de mandato salvo inflar el vestuario a cambio de vaciar la caja y desmovilizar a la hinchada. A nadie le ha extrañado consecuentemente que el entrenador dejara dicho que, a su regreso de vacaciones, le gustaría no tener que tratar con Sergi ni Abelardo, dos futbolistas que nunca han sido de su cuerda, ni antes ni ahora que son capitanes, y así lo han entendido: han cogido los bártulos y se han ido a buscarse la vida porque, por dignidad, no quieren ser un estorbo ni un bulto que cada mes pone la mano. A las lágrimas de uno y otro ha respondido la directiva encogiéndose de hombros, como diciendo que así son las cosas hoy en el Barça, y en justa recompensa les ha dado carta de libertad sin esperar un chavo a cambio como ocurría en otros tiempos.

Nadie como el director general Pérez Farguell para acompañar a los jugadores que se van de un club en el que, en cambio, en los despachos siempre se turnan los mismos, como si todos formaran parte del paquete electoral y, al igual que el presidente, su contrato fuera por cinco años con independencia de su edad y de los resultados, que ya se sabe que son muy caprichosos. Un día ejercen de una cosa, al otro de otra y tiro porque me toca. Farguell es nuevo en la plaza y su presencia ayuda a pasar los malos tragos a los que toman las de Villadiego, sabedores de que es un ejecutivo que en otoño e invierno recauda dinero para la entidad y en primavera y verano atiende las peticiones de Van Gaal, en cuyas manos Gaspart ha puesto la entidad.

A Van Gaal nunca le ha temblado el pulso, de manera que va a cargar y despachar cuantos asuntos han ido quedado pendientes con el paso del tiempo y entre los que está también el caso Rivaldo. El entrenador está en su derecho. Faltaría más que ahora se aflojara como Gaspart y la casa quedara sin barrer y la cama sin hacer. Ocurre, sin embargo, que tomar decisiones duras no significa necesariamente que sean buenas y, de momento, a Van Gaal le toca encontrar un lateral izquierdo mejor que Sergi y un central superior a Abelardo, un marrón de mucho cuidado tal y como se ha puesto el mercado y ha quedado el monedero. La probable renovación de Frank de Boer por un año cuando había anunciado que sólo se quedaría si se le garantizaban dos tampoco le ayudará. No por nada, sino porque se ha sabido que el jugador y el técnico ya se han hablado, a diferencia de lo ocurrido con Sergi y Abelardo.

Un gesto que delata la precariedad en que se encuentra la institución: lo importante para un futbolista no es tener un compromiso o una actitud comprometida con el equipo y el club, sino con el entrenador. Ya se sabe que el Barça necesita reforzarse con buenos fichajes y regenerarse con la cantera. Habría que convenir también, en cualquier caso, que tal proceso es tan trascendente que no debería delegarse en una sola persona, sino en una institución bien organizada, y menos en Van Gaal, para quien el Barça necesita ahora la misma terapia que cuando lo dejó hace tres años.

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