Crítica:ROCK

En plan grandioso

Julián Hernández y los suyos han echado el resto en la gira de presentación de su triple y calamariano elepé titulado ¿Quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos? La respuesta a estas tres espinosas cuestiones se traduce de modo sui generis en la propia existencia de un grupo de música con veinte años de vida a sus espaldas y que, sin abandonar sus planteamientos estéticamente subversivos y su lucidez, busca caminos posibles para que sus impagables canciones y los enjundiosos mensajes que éstas encierran no queden relegados al olvido. Así, Hernández mostró ante su enfe...

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Julián Hernández y los suyos han echado el resto en la gira de presentación de su triple y calamariano elepé titulado ¿Quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos? La respuesta a estas tres espinosas cuestiones se traduce de modo sui generis en la propia existencia de un grupo de música con veinte años de vida a sus espaldas y que, sin abandonar sus planteamientos estéticamente subversivos y su lucidez, busca caminos posibles para que sus impagables canciones y los enjundiosos mensajes que éstas encierran no queden relegados al olvido. Así, Hernández mostró ante su enfervorizada parroquia madrileña una visión grandiosa y musicalmente más rica del rosario de temas que nacieron con un accidente de coche en 1981, clamando en punk, y que tiene ahora el blues, el rock y hasta el soul a la gallega como rico material sonoro de trabajo.

Siniestro Total

Julián Hernández (voz, guitarra y armónica), Javier Soto (guitarra y coros), Óscar García (bajo y coros), Ángel González (batería), Jorge Beltrán (saxo y coros), David Rial (trompeta), Ángel Montes (trombón), Natalia Farrán, Pilar Machi y Marcy Murdoch (coros) y Ángel Muñoz El Reverendo (piano y órgano). Sala Divino Aqualung. 20 euros. Madrid, sábado 11 de mayo.

Ataviada con severos trajes oscuros, la banda de Julián dio cumplida cuenta de un rito que comprendía nada menos que veintiséis canciones: desde sus primeros y ruidosos alegatos sonoros -Ponte en mi lugar, Ayatolah, Mario...- hasta sus últimos escarceos con James Brown -Living in America-, pasando por sus épocas de impulso garajero -Bailaré sobre tu tumba-, de descarado amor por el r'n'b -Diga qué le debo, Alégrame el día-, de poderosa conciencia social aplicada al rock -Yo me callo, Cuenca minera, Chusma-, o de ironía quevediana -España se droga, Orangután, Todo por la napia, Cuanta puta y yo qué viejo-. También hubo en el largo concierto canciones adaptadas: Miña terra galega, de Lynyrd Skynyrd; (Yo quiero ser) Emilio Cao, originalmente de The Kinks; De qué vas, del vecino Rosendo; Vamos muy bien, de Obús...

Sonido espléndido

El sonido fue prácticamente perfecto y los solos de guitarra de Soto restallaban como látigos en una concepción del rock de lo más contundente y en la que sigue primando la pegada. Vientos y coros femeninos también revistieron las canciones de la banda con los ropajes del lujo y tampoco faltó la presencia e interpretación de esa leyenda viva de los teclados que es el maestro Reverendo.

También es reseñable la presencia de un nuevo bajista en sustitución de Segundo Grandío: un chavalín con sonido, imagen y puro estilo Siniestro Total.

El público agradeció el esfuerzo del grupo, como suele hacerse tradicionalmente con las formaciones punk que gustan en escena: con una buena dosis de empujones, para celebrar que la banda de rock más inteligente de España sigue gozando de muy buena salud.

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