Crítica:'CUMBRE DE MURCIA' | FLAMENCO

Poderío

La jornada final de la novena edición de la Cumbre Flamenca de Murcia tuvo dos protagonistas: La Paquera de Jerez y Manuela Carrasco. Y un elemento común en su arte: el poderío.

Poderío en el cante, es decir, Francisca Méndez Garrido, La Paquera de Jerez. Tiene 68 años y su voz sigue sonando sorprendentemente juvenil y fresca. El cante de La Paquera es el puro grito, que lanza hacia las audiencias con la misma decisión que si fuera un arma arrojadiza.

Otra cosa ya es cómo canta ateniéndonos al rigor flamenco. La Paquera canta a su aire, y la gente se lo pasa en grande. No ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La jornada final de la novena edición de la Cumbre Flamenca de Murcia tuvo dos protagonistas: La Paquera de Jerez y Manuela Carrasco. Y un elemento común en su arte: el poderío.

Poderío en el cante, es decir, Francisca Méndez Garrido, La Paquera de Jerez. Tiene 68 años y su voz sigue sonando sorprendentemente juvenil y fresca. El cante de La Paquera es el puro grito, que lanza hacia las audiencias con la misma decisión que si fuera un arma arrojadiza.

Otra cosa ya es cómo canta ateniéndonos al rigor flamenco. La Paquera canta a su aire, y la gente se lo pasa en grande. No tanto los guitarristas acompañantes, que tienen que ir siempre a remolque de las ocurrencias de la cantaora, y no es fácil. En esta ocasión Antoñito Jero lo hizo muy bien.

Cumbre Flamenca

Cante: La Paquera de Jerez, con Antonio Jero al toque. Baile: Manuela Carrasco, con Joaquín Amador y Miguel Iglesias al toque, Enrique el Extremeño y Antonio Villar al cante, y Manuel Soler y Bobote al baile. Teatro Romea. Murcia, 26 de abril.

Más información

Poderío en el baile: Manuela Carrasco. Lo tuvo siempre desde que apenas adolescente apareció en el flamenco con una fuerza que parecía imposible. Sedujo a Manolo Caracol y sedujo a la afición de la época, que vio en ella a una nueva Carmen Amaya. Después tuvo unos años de menor presencia en los escenarios.

Y ahora está de nuevo ahí, con su clase de bailaora intacta como si los tiempos no hubieran pasado. Hizo uno de sus bailes emblemáticos, la soleá, en el que brilla siempre con especial intensidad.

Triunfó arropada por un grupo de profesionales entre los que se hallaban su marido, el guitarrista Joaquín Amador, el cantaor Enrique el Extremeño y ese fenómeno del compás que es Manuel Soler, también con su patadita de baile.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En