Reportaje:Masters de Augusta | GOLF

'Gulliver' en el país de los pegadores

Olazábal se intercala en la cabeza entre los jugadores más largos del mundo

'Olazábal juega en otra dimensión', dice Daniel, el caddie de Miguel Ángel Jiménez, argentino, mechas rubias, tendente al enamoramiento apasionado. 'Olazábal es el golfista más consistente del mundo', dice, iluminado por una beatífica sonrisa, ojos claros, clarísimos, por primera vez liberados de las eternas gafas negras, Butch Harmon, su maestro de swing y, por lo tanto, también juez parcial. 'Mis rivales se llaman Ernie Els y José María Olazábal', dijo Tiger Woods, el favorito, alguien que, por consiguiente, no está en la nómina de Olazábal ni tiene porque venderle ante ...

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'Olazábal juega en otra dimensión', dice Daniel, el caddie de Miguel Ángel Jiménez, argentino, mechas rubias, tendente al enamoramiento apasionado. 'Olazábal es el golfista más consistente del mundo', dice, iluminado por una beatífica sonrisa, ojos claros, clarísimos, por primera vez liberados de las eternas gafas negras, Butch Harmon, su maestro de swing y, por lo tanto, también juez parcial. 'Mis rivales se llaman Ernie Els y José María Olazábal', dijo Tiger Woods, el favorito, alguien que, por consiguiente, no está en la nómina de Olazábal ni tiene porque venderle ante la prensa. Lo dicen unos cuantos: Olazábal está bien, puede ganar su tercera chaqueta verde. Y también lo decían, completada la segunda vuelta -suspendida el viernes por la lluvia- la clasificación y los hechos que condujeron al español a la cuarta posición, junto a Woods, Sergio García, el argentino Ángel Cabrera y el irlandés melancólico Padraig Harrington, a cuatro golpes del líder, el fiyano Vijay Singh. Así comenzaron, al cierre de esta edición, la tercera ronda, amenazada de nuevo por el agua.

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El marcador, lo que en golf llaman leaderboard, era un objeto curioso y significativo ayer al mediodía. Los cinco primeros nombres que aparecían eran todos de jugadores grandes, de jugadores hechos grandes porque han ganado un grande o más, una categoría en la que sí que está Olazábal. El primero, Singh (nueve golpes bajo par), el hombre recto y trabajador, más seguro que el coche de línea y con el putter caliente, ganó el Masters de 2000 y el Campeonato de la PGA norteamericana de 1998. El segundo y el tercero son los clones surafricanos Retief Goosen (-8) y Ernie Els (-7), ganadores de varios Open de Estados Unidos (Els, en 1994 y 1997; Goosen, en 2001), ambos dirigidos psicológicamente por el mismo head coach, que diría Miguel Ángel Jiménez, el coloso belga Jos Vanstiphout, un hablador que charla con ellos antes de los partidos para refrescar su amor por el juego y hacerles concentrarse en lo que deben. Y luego Woods, el ganador de todos los grandes y algunos, como el Masters y el PGA, dos veces.

El mismo marcador también mostraba por delante otra categoría de jugadores en la que también entra Olazábal: los llamados jugadores calientes, los que están en forma y lo han demostrado ganando torneos esta temporada. Eso han hecho ha no mucho Singh (el 31 de marzo), Goosen (el 7 de abril), Els (tres victorias entre Europa, Australia y Asia), Woods y García. Además, la mayoría, como Olazábal, de los ocho primeros, no eran estadounidenses; todos, menos uno, menos el inevitable Woods.

Pero había una clasificación en la que no cuadra el jugador vasco, una categoría que domina en este Masters, un club al que no pertenece, una secta que domina, una raza que le excluye y que le hace sentirse una especie de Gulliver entre los gigantes, un tímido entre los lanzados, un peso ligero entre los pegadores natos: es el clan de los que lanzan la pelota lejos; el grupo al que más, definitivamente, y la lluvia lo aclaró por si hacía falta, alargándolo y haciéndolo más pesado, han beneficiado los cambios en el campo de Augusta.

Mientras Woods, García, Goosen, Cabrera, Els o Singh lanzan la bola con el driver a más de 260 metros y se permiten un hierro corto para los segundos golpes, Olazábal pasa por poco los 250 metros. 'Y eso es muy importante en un campo como éste, con estos greens tan complicados, en los que la diferencia entre un golpe bueno y uno malo se mide en centímetros', dijo el de Hondarribia. Lo explicó después de terminar el recorrido aplazado del viernes por la noche. Dejó la bola en una apurada situación en los alrededores del green del 11. Salvó el par con un gran putt. En el 12 hizo birdie tras un gran hierro. En el 13 salvó el par con un espléndido putt. Lo mismo que en el 14, el 16 y el 17. En el 15 hizo birdie tras otro soberano putt que rozó el eagle. Y en el 18 acarició el birdie. 'He andado muy seguro en el green', resumió, obvio, Olazábal; 'a partir de ahora no me puedo permitir el menor fallo'.

Clasificación una vez completado el segundo recorrido: 1. V. Singh (Fiyi) 135 golpes (nueve bajo par). 2. R. Goosen (Suráfrica), 136. 3. E. Els (Suráfrica), 137. 4. J. M. Olazábal, S. García, T. Woods (EE UU), P. Harrington (Irlanda) y Á. Cabrera (Argentina), 139. 9. M. Á. Jiménez, P. Mickelson (EE UU), C. di Marco (EE UU) y T. Bjorn (Din.), 141, 13. D. Love (EE UU), N. Faldo (Inglaterra) y J. Parnevik (Suecia), 142. Eliminados: 46. D. Duval (EE UU), 148. 80. S. Ballesteros, 156 (doce sobre par).

José María Olazábal estudia la caída de un green.EPA

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