TRAGEDIA EN CHAMARTÍN

Los bomberos afirman que la familia fallecida cometió un 'terrible error'

El servicio de extinción actuó bien y 'con eficacia', según su jefe

La tragedia del paseo de La Habana aumentó cinco horas después de ser sofocado el fuego. Eran las 11.30 cuando los bomberos encontraron a un matrimonio y a su hijo muertos por asfixia. El hallazgo se produjo después de que un vecino los echara en falta. Las tres víctimas cometieron 'la terrible equivocación de intentar huir por la escalera, pese a tener una espléndida terraza en la que podrían haberse refugiado durante horas', según el inspector jefe de los bomberos, quien sostiene que sus efectivos actuaron correctamente.

Habían transcurrido cinco horas desde la extinción del incendio....

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La tragedia del paseo de La Habana aumentó cinco horas después de ser sofocado el fuego. Eran las 11.30 cuando los bomberos encontraron a un matrimonio y a su hijo muertos por asfixia. El hallazgo se produjo después de que un vecino los echara en falta. Las tres víctimas cometieron 'la terrible equivocación de intentar huir por la escalera, pese a tener una espléndida terraza en la que podrían haberse refugiado durante horas', según el inspector jefe de los bomberos, quien sostiene que sus efectivos actuaron correctamente.

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Habían transcurrido cinco horas desde la extinción del incendio. Los bomberos ya habían comprobado el estado del edificio y que no había más víctimas en el interior de las casas. Habían llamado puerta por puerta. En unas les abrieron y en otras no obtuvieron respuesta. Entre ellas estaba el ático interior de la octava planta. 'Como había varios pisos convertidos en oficinas, no le dimos importancia al hecho de que no nos contestaran', afirmó el inspector jefe de los bomberos, Juan Redondo.

La alarma surgió a las 11.30, cuando dos vecinos se dieron cuenta de que los moradores del ático no habían sido vistos en toda la mañana. La policía hizo regresar a los bomberos, que escalaron la fachada posterior del edificio y entraron por la terraza para no romper la puerta de acceso a la vivienda. Encontraron a los tres moradores (el matrimonio formado por Ramón Saavedra Herrero, de 61 años, y Concepción Castaño, de 67, junto con su único hijo, Luis, de 39) y a su perro Woody (en honor al actor y director Woody Allen) muertos en el vestíbulo.

Redondo explicó que los tres fallecidos tenían signos evidentes de haber muerto tras inhalar el humo del incendio: 'Tenían hollín en la comisura de la boca y en las fosas nasales de haber respirado mucho humo y haberse intoxicado por monóxido de carbono', precisó. El hombre, funcionario ya jubilado, se había abrigado con una gabardina, y la mujer con una bata.

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El matrimonio fue hallado muerto a la izquierda de la entrada y el hijo en la puerta de acceso al salón. El perro, de raza west highland terrier, estaba tras la puerta de acceso, según los bomberos. Luis Saavedra era licenciado en Imagen y Sonido. Gran especialista en cine y música, había escrito un libro sobre James Bond. Ahora preparaba uno sobre anécdotas de Hollywood. También había escrito guiones de cine. Era colaborador de la revista Film Music, según su amigo Luis Miguel Carmona. La familia vivía en el paseo de La Habana desde hacía siete años. Su anterior domicilio estaba en la calle de Dulcinea. Sus padres habían nacido en Noreña y Mieres (Asturias).

El inspector jefe de los bomberos mantuvo que sus hombres actuaron 'correctamente' como en otras intervenciones y que sólo les quedaba 'el sabor agridulce por las cuatro muertes'. Redondo explicó en rueda de prensa que se actuó durante y tras el incendio según marca el protocolo de los bomberos: 'En cuanto apagamos el fuego, fuimos casa por casa. Como las llamas no habían afectado al ático interior, no pensamos en tirar abajo la puerta. Si hubiéramos actuado así tendríamos que haber derribado 32 puertas. No violentamos la puerta porque ningún signo hacía pensar que hubiera personas desvanecidas dentro. Llamamos y no nos contestaron', concluyó.

La familia, según Redondo, cometió 'la terrible equivocación' de intentar huir por la escalera 'pese a tener una espléndida terraza en el ático en el que vivían y en la que podrían haberse refugiado durante horas'. En su opinión, los tres familiares intentaron huir escaleras abajo, pero al verse atrapados por el humo subieron de nuevo a la vivienda. Ya habían inhalado gases mortales (monóxido de carbono, cianhídricos y partículas en suspensión) que los mataron.

Catástrofes en el recuerdo

Los incendios de los últimos 10 años en viviendas de la región se han cobrado la vida de 37 personas. Uno de los siniestros más importantes se produjo el pasado 29 de diciembre, cuando los cinco componentes de un grupo de músicos aficionados, de entre 19 y 24 años, fallecieron en un local de Leganés tras inhalar monóxido de carbono y resultar calcinados. Otros cinco hombres, todos ellos indigentes, murieron mientras dormían en un inmueble abandonado de Entrevías el 6 de marzo de 2000. El siniestro se produjo probablemente por una fogata hecha por los inquilinos para combatir el frío. El siniestro más grave acaeció el 7 de julio de 1992, cuando 12 personas fallecieron al incendiarse un bloque de viviendas en la urbanización Villafontana, de Móstoles. Las llamas se iniciaron al intentar apagar en una terraza un colchón de gomaespuma que ardió por un cigarrillo y que prendió en unos segundos la fachada del edificio, construida con materiales de poliéster. Fuera de la última década quedan en el recuerdo la tragedia de la discoteca Alcalá 20, de Madrid, donde perecieron 81 personas el 17 de diciembre de 1983. Otro incendio catastrófico fue el que arrasó los almacenes Arias, en la calle de la Montera (Centro), donde el 6 de septiembre de 1987 perecieron 10 bomberos.

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