Entrevista:PEDRO ALMODÓVAR | Director de «Hable con ella»

'La fama me ha hecho polvo'

Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1951) saca los trastos de su cartera: vitaminas, ginseng rojo, un tónico homeopático, unos populares ansiolíticos y un pedrusco más grande que su mano. 'Me lo han traído del desierto, para que se lo tire a los que se metan conmigo', dice riéndose.

Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1951) saca los trastos de su cartera: vitaminas, ginseng rojo, un tónico homeopático, unos populares ansiolíticos y un pedrusco más grande que su mano. 'Me lo han traído del desierto, para que se lo tire a los que se metan conmigo', dice rié...

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Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1951) saca los trastos de su cartera: vitaminas, ginseng rojo, un tónico homeopático, unos populares ansiolíticos y un pedrusco más grande que su mano. 'Me lo han traído del desierto, para que se lo tire a los que se metan conmigo', dice riéndose.

'De la soledad, que no es necesariamente mala, nadie se salva'
'Me he permitido el lujo de hacer una película muy rara, la más rara de mi carrera'

Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1951) saca los trastos de su cartera: vitaminas, ginseng rojo, un tónico homeopático, unos populares ansiolíticos y un pedrusco más grande que su mano. 'Me lo han traído del desierto, para que se lo tire a los que se metan conmigo', dice riéndose. El director está en su nueva oficina del barrio de la Guindalera de Madrid. La vitalidad se respira por todas partes. En los colores de las sillas Jacobsen, en el ascensor rojo con espejos redondos, en las mesas azules, en la luz, en los carteles de sus películas y en las canciones que se escuchan a través de la pared. En un despacho, el actor Javier Cámara y la actriz Mariola Fuentes improvisan una copla ante el argentino Darío Grandinetti. Preparan una fiesta, la que anoche se celebró en Madrid por el estreno de Hable con ella, la decimocuarta película del director de Todo sobre mi madre.

En una reciente autoentrevista ('me gusta el género de la autoentrevista por una cuestión práctica: digo lo que quiero y del modo más rápido'), Almodóvar afirmaba que Hable con ella se podría titular también La soledad, supongo. Después del Oscar, de la interminable lista de premios que logró su anterior filme, el cineasta vuelve con una película que él mismo califica de 'extraña, difícil de contar y difícil de explicar'. La historia cruzada de dos hombres sentimentales ('narradores de sí mismos, hombres que hablan a quien les puede oír y sobre todo a quien no les puede oír') le sirve para indagar en la soledad, 'porque de la soledad, que no es necesariamente mala, nadie se salva'. Una soledad que lleva al director a una reflexión que verbaliza sin la más mínima solemnidad: 'La fama aisla, y a mí me ha hecho polvo'.

'¿Sabes qué es lo mejor de haber ganado un Oscar? Que me he podido permitir el lujo de hacer una película muy rara, la más rara de toda mi carrera. Ése ha sido mi lujo y mi privilegio. Ésta es una película especial. No es la película que la gente se esperaba. Y eso es lo mejor que me podía haber ocurrido'.

'¿Miedo? Mucho. Cada vez más', continúa. 'Hoy estoy mucho más tranquilo que hace dos semanas. Pero hay un público, que es el que paga, cuya respuesta para mí siempre es una incógnita. Hasta lo es para los americanos, que se lo saben todo del marketing. Hay películas hechas para el público, y ésta no es de ésas, no digo que esté hecha contra el espectador pero sí está hecha sin pensar en él'. 'Es curioso, pero con los años aumenta el miedo y la incertidumbre a qué va a salir de lo que estás haciendo. El cine como yo lo concibo y como yo lo hago es siempre una aventura. Y a veces lo único que importa no es que te salga lo que tú querías, sino que lo que te salga esté vivo'.

'Creo', añade Almodóvar, 'que la película ha gustado, aunque hay, como siempre, disidencias, algo que no es nuevo, siempre ha ocurrido con mis películas. Pero en general creo que Hable con ella gusta, y mucho. Es más, emociona. Conecta con el corazón del espectador, y aunque suena un poco folclórico lo digo. A mí me gustaría pensar que esta película provoca en los espectadores lo mismo que a mí me provoca escuchar a Chavela Vargas. No digo que esta película sea un bolero, que no lo es, pero me gustaría que fuera como cuando Chavela canta en un escenario y tú te crees que te habla a ti, que te estás confesando ante ella. Te habla sólo a ti, de todo lo que has sufrido y de todo lo que te has equivocado. Y siempre sin juicios morales, sin condenas. De un concierto de Chavela sales reconciliado contigo mismo, llorando por tus propios errores, diciéndote que de alguna manera la vida es eso, pero que volverás a enamorarte, a equivocarte, que seguirás viviendo y, por desgracia, sufriendo. La verdad, eso que siento yo con Chavela es lo que me gustaría que sintieran los demás con mi película'.

La flor de mi secreto (1995), Carne trémula (1997), Todo sobre mi madre (1999) y Hable con ella. En sus últimos filmes, el drama le ha ganado el pulso a la comedia, el género que convirtió en los años ochenta a Pedro Almodóvar en lo que es hoy: el cineasta español más popular del mundo. 'La tendencia al drama está clara. Y creo que es por una cuestión muy personal', afirma. 'Funciono por instinto y a la vista de los resultados creo que debo seguir usando ese instinto. Pero me da rabia, creo que me he vuelto más triste, más severo conmigo mismo, más grave, y con una opinión más dramática de la vida, menos lúdica de la que tenía antes. No me gusta, aunque tampoco lo rechazo, supongo que es el resultado de haber vivido. A mí no me han pasado cosas malas, no tengo tragedias en mi vida, la única fue la muerte de mi madre, pero eso formaba parte del ciclo de la vida. Nunca he analizado mi vida a partir de los éxitos, siempre la he sentido de un modo más íntimo, más ligada a mi naturaleza. Soy un hombre, el tiempo va pasando y las cosas son cada vez más difíciles. Creo que soy una persona vitalista pero tengo algo muy claro: la fama me ha hecho polvo. No quiero quejarme del éxito. Pero de la fama sí que me quejo. Yo nunca había pensado en ser famoso y, afortunadamente, se respeta mi intimidad, pero no es eso. Soy yo, que quizá no me gusto lo suficiente. No quiero que la gente me vea envejecer, ni engordar. Y es completamente imposible. Además, tengo un acceso muy difícil a la realidad de los demás. La fama te aisla. Yo siempre me he divertido con los demás, siempre me ha gustado conocer gente, escuchar conversaciones, mezclarme y observar, he bebido de eso, pero ahora me cuesta estar cerca de la realidad. No quiero que suene trágico, aunque de alguna manera lo es'.

'La soledad', prosigue Almodóvar, 'tiene que ver con todo esto. Yo no quiero parecer una persona dramática, pero hay un fondo muy solitario en mí. De verdad, no me quejo. Todo esto lo he elegido yo. Yo me divertí mucho en los ochenta y me divierto mucho menos ahora. Me he cerrado y la situación también me ha encerrado. He escogido la soledad, pero no hay que temer a la soledad ni al dolor, se aprende de ellos. La soledad es un estado natural, es un sentimiento íntimo que no tiene nada que ver con dormir o no con alguien al lado cada noche, que no tiene nada que ver con tener ocho hijos o ninguno. Yo siento esa soledad'.

Hable con ella, dice, tiene una visión triste y desesperada del amor: 'Y me da mucha rabia porque yo soy muy partidario de enamorarse. Pero el amor es como los monólogos de Benigno [Javier Cámara]. Hay una parte del amor que la siente uno solo. No quiero que parezca que la pasión es negativa o que la pasión va unida a la muerte, pero eso es algo que siempre ha estado latiendo en mi modo de entender el amor y, de alguna manera, la pasión sexual'.

Almodóvar habla de la muerte y recuerda una tormenta, la que creyó ver su madre desde la cama poco antes de morir, y dice que inconscientemente, en la carta de despedida del personaje de Benigno, escribió sobre la lluvia y sobre una tormenta. 'Benigno es un personaje muy maternal', añade. 'Sé que hay una obsesión con la maternidad en mis películas, Benigno es como la madre de Alicia [Leonor Watling], tanto que le da la vida. Es posible que en esta película exista un claro sentimiento edípico, pero no analizo tanto lo que hago. En la única secuencia que quité, Benigno le cuenta a Marco [Darío Grandinetti] que su madre le dijo un día que se iba a morir y que cuando ella le preguntó qué haría entonces él, con toda naturalidad, le respondió: 'Pues suicidarme, supongo'.

Quizá por esta identificación del amor con la muerte, Almodóvar quiso comprar los derechos de la terrible novela Locura, de Patrick McGrath ('pero Jonathan Demme se adelantó, una pena'), un tragedión con un personaje femenino 'como no había encontrado hace tiempo'. 'Bueno, de todas formas ahora me gustaría hacer una comedia, y de mujeres, pero no sé, ya veremos'. De momento, rodará un mediometraje para Eros, con Michelangelo Antonioni y Wong Kar-Wai. 'Me lo he pensado mucho porque no me salía una historia erótica, que es de lo que se trata. Pero ya la tengo. Es una historia sobre el deseo, el que siente un niño de ocho años'. 'Lo que ese niño desea', añade sonriendo, 'de momento me lo callo'.

Pedro AlmodóvarMOGUEL GENER

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