VISTO / OÍDO

Consumo de estimulantes

Dopar, dice la Real Academia, es administrar fármacos o sustancias estimulantes para potenciar artificialmente el rendimiento. 'No obstante, un periodista cuidadoso debe escoger frases más castellanas: 'consumo de estimulantes', 'estimulado con drogas', 'drogado', 'control de estimulantes', 'control antidroga', etcétera', dice nuestro Libro de estilo. Yo prefiero decir 'drogado', que es la traducción del inglés, el idioma al que todos debemos nuestra lengua de hoy.

Así que este joven alemán que desplegaba la bandera española que había adoptado y drogaba de emoción a los espectado...

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Dopar, dice la Real Academia, es administrar fármacos o sustancias estimulantes para potenciar artificialmente el rendimiento. 'No obstante, un periodista cuidadoso debe escoger frases más castellanas: 'consumo de estimulantes', 'estimulado con drogas', 'drogado', 'control de estimulantes', 'control antidroga', etcétera', dice nuestro Libro de estilo. Yo prefiero decir 'drogado', que es la traducción del inglés, el idioma al que todos debemos nuestra lengua de hoy.

Así que este joven alemán que desplegaba la bandera española que había adoptado y drogaba de emoción a los espectadores (la televisión es una droga según muchos puritanos, sobre todo los que se suelen drogar con la hostia consagrada; en la zona nacional, dopada de generalísimo y crucifijo, se aseguraba que un requeté navarro recién comulgado era el elemento más peligroso de la naturaleza) había aumentado su rendimiento por el consumo de estimulantes: tres medallas de oro, y ahora le han quitado una porque procedía de ese aumento artificial de rendimiento. El deportista suele mejorar con sustancias externas: nuevos modelos de zapatillas, o de esquís, de raquetas, pértigas o lo que sea. El animal evoluciona con su propio cuerpo; el hombre, con Viagra y otros motores externos.

Un escritor glorioso me preguntaba un día qué tomaba yo para escribir. Él tenía una desesperación momentánea porque el supositorio que se enculaba lo habían modificado las autoridades restándole estimulantes, y era difícil importarlo de Portugal. Le contesté que yo más bien tomaba tranquilizantes: suprimí el café, los cigarrillos y la pornografía, dejaba para después de haber escrito la lectura de Abc y las tertulias que me podían producir un estado incontrolable, e incluso la peor droga natural: el odio. Estaba seguro de que con algún estimulante artificial lo mío sería impublicable: casi ya lo es, a pesar de que cada vez soy más moderado. Sin llegar a la derecha, como mi pobre amigo que, falto de supositorios, bebidas, cafés y otros venenos, sólo se dopa con la gloria, que es más bien derechona. La gloria puede ser también dopante, para el que es sensible a ella. Cambia mucho el estilo, sin necesidad de mejorarlo. Un poco mejor, y ya no sirve para los periódicos.

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