Reportaje:TEATRO

Palabras que no debiste decir

Hay frases interminables que no dicen nada, y palabras escuetas pronunciadas sin querer que desvelan lo que realmente sentimos y pensamos. Nathalie Sarraute (1900-1999) dedicó media vida a levantar la piel del lenguaje para observar los resortes más íntimos de la conducta humana. Una escritora tan alejada de cualquier planteamiento dramático jamás hubiera redactado una línea para el teatro de no ser porque en una emisora de radio se lo pidieron, a través de un joven inasequible al desaliento, con estas palabras: 'Haga lo que le dé la gana, por insólito que sea'. Tan irresistible encargo se tra...

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Hay frases interminables que no dicen nada, y palabras escuetas pronunciadas sin querer que desvelan lo que realmente sentimos y pensamos. Nathalie Sarraute (1900-1999) dedicó media vida a levantar la piel del lenguaje para observar los resortes más íntimos de la conducta humana. Una escritora tan alejada de cualquier planteamiento dramático jamás hubiera redactado una línea para el teatro de no ser porque en una emisora de radio se lo pidieron, a través de un joven inasequible al desaliento, con estas palabras: 'Haga lo que le dé la gana, por insólito que sea'. Tan irresistible encargo se tradujo en las dos primeras de media docena de obras en las que el lenguaje es el motor único de la peripecia.

Quizá la más conocida sea Por un sí o por un no, comedia que comienza en el núcleo mismo del conflicto, sin prolegómenos de ningún tipo: 'Oye, te quería preguntar... ¿qué ha pasado? ¿Qué es lo que tienes contra mí?', le espeta nada más pisar la escena un hombre a su amigo de toda la vida, al que ha ido a visitar porque nota que se está alejando de él, que ya nunca lo llama. El amigo, que preferiría dejar las cosas estar, se ve obligado a confesarle que le dolió que un día, cuando intentó jactarse ante él de un pequeño éxito profesional, le despachara diciendo: 'Está bien... sí...', en tono condescendiente. Esta frase, aparentemente fútil, es la grieta mínima que acaba echando abajo un edificio, el cabo de la cuerda que visitante y visitado va liando al cuello de su amistad hasta estrangularla del todo en la hora y cinco que dura la función.

Por un sí o por un no se estrenó en París en 1986 (habría que hablar de lo que le debe Arte, que Yasmina Reza escribe una década después), en un montaje de Simone Benmussa que ese mismo año replicó en Barcelona con Josep Maria Flotats y Juanjo Puigcorbé. Ahora Luis Olmos, que cosechó la pasada temporada un gran éxito con El verdugo, ha convertido a los amigos en amigas para que Jeannine Mestre y Amelia Ochandiano mantengan un duelo de diálogos picados entre la profesional de éxito, felizmente casada e integrada, y la soltera ensoñada que vive a salto de mata. Un duelo a degüello, que se celebra hoy en el teatro García Lorca, de Getafe, y del 26 al 28 de febrero en el Lope de Vega, de Sevilla.

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