Reportaje:FÚTBOL | Internacional

La camiseta ya no se suda

Los grandes fabricantes ponen a punto modelos revolucionarios contra el calor

El sudor es el sudor, lo diga Craig Buglass o el inventor del botijo. O el del chaleco, si vamos a eso.

El sudor huele, pesa, pringa y molesta. El sudor es una maldición. Sobacos empapados, espaldas, qué imagen. El sudor es una exigencia. Un síntoma de esfuerzo. El futbolista deberá sudar la camiseta, pide el entrenador, reclama la afición. Hay que correr, sudar. En un partido de fútbol, un día de calor, un día húmedo, un jugador puede sudar dos litros.

El sudor es necesario, pero, pese a lo que diga el entrenador, es antiestético. Feo. Tanto que el fútbol del siglo XXI ha acabad...

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El sudor es el sudor, lo diga Craig Buglass o el inventor del botijo. O el del chaleco, si vamos a eso.

El sudor huele, pesa, pringa y molesta. El sudor es una maldición. Sobacos empapados, espaldas, qué imagen. El sudor es una exigencia. Un síntoma de esfuerzo. El futbolista deberá sudar la camiseta, pide el entrenador, reclama la afición. Hay que correr, sudar. En un partido de fútbol, un día de calor, un día húmedo, un jugador puede sudar dos litros.

El sudor es necesario, pero, pese a lo que diga el entrenador, es antiestético. Feo. Tanto que el fútbol del siglo XXI ha acabado con el problema. Ya no hay que sudar la camiseta.

El sudor, la evaporación del sudor, para ser más precisos, proporciona el mecanismo de refrigeración que enfría el cuerpo durante el ejercicio. Cuando el calor que producen todos los mecanismos metabólicos, la producción de energía, las reacciones fisiológicas, acelerados por el ejercicio físico, está a punto de colapsar al organismo llega, salvador, el sudor. Empapa el cuerpo, la ropa, llega el calor exterior, lo evapora. Se va el calor, llega el frío. Así funciona el botijo, el agua que cala el barro, poroso, el agua que rezuma y se evapora, el calor que se va. Qué fresca.

El problema llega los días de humedad alta, los días en que la humedad relativa del aire alcanza más del 80%, días de saturación, días en que el aire no puede absorber más agua, días como los que esperan a los futbolistas que disputen el Mundial de Corea del Sur y Japón en junio. En esos días húmedos y calurosos el sudor no se evapora. El sudor, un río, chorrea, grandes gotas que resbalan por el cuerpo, que se quedan pegadas a la camiseta. Y allí permanecen.

Un verdadero problema. Sin efecto botijo, sin evaporación, los futbolistas se cansarán antes, el sudor los delatará, la espalda, los sobacos proclamarán su cansancio, su fatiga. Sudarán la camiseta sin querer. Pero que no se preocupen.

A su rescate llegan los fabricantes de camisetas. Las grandes marcas, empresas como Puma, Nike o Adidas, se han puesto a trabajar y andan estos días presentando nuevos modelos, su arsenal contra el sudor y la humedad. El suyo será otro Mundial, el de la tecnología, que también tiene interesantes recompensas. Una camiseta de las nuevas, modelo pata negra, desconfíe de las imitaciones, 100% poliester, vale unos 100 euros. Sólo en Francia, sólo del modelo de la selección francesa, Adidas vendió 400.000 camisetas en 1998. Y este año espera vender 300.000 antes del Mundial, y 200.000 del modelo rojo de la selección española, otra de las usuarias de Adidas junto a Argentina, Alemania, Suecia, China, Japón, Australia, Rumania, Turquía y Suráfrica.

El modelo más espectacular, sin duda, es el de Puma, la camiseta sin mangas, ancho chaleco, que han utilizado en la Copa de África los leones indomables de Camerún, los campeones, que dudan si usarla también en el Mundial. Mientras Nike, con su sistema cool motion, y Adidas, con su sistema dinámico de capas, mantienen el secreto en el interior, los de Puma han aireado el suyo, o cómo forzar al máximo el efecto chimenea: sin mangas ni cuello, el aire tiene menos obstáculos para marchar entre la piel y la camiseta. El estilo chaleco, similar al que usan los practicantes del fútbol con reglas australianas, tiene, además, una ventaja psicológica: el brazo sin mangas evita el sobaco, una de las zonas de acumulación de sudor, y genera una imagen relajada, descansada de los que lo usan.

Adidas y Nike tiran del sistema de la doble capa, un método ya veterano en el mercado (se inventó hace 10 años) al que han puesto al día, con mejoras en el peso, la ventilación y el diseño. Cada camiseta tiene dos capas, una hidrófila y otra hidrófoba. La primera, más tupida, la que está pegada al cuerpo, chupa, absorbe, el sudor, se empapa y deja trabajar a la capa exterior, una capa agujereada a la que el sudor le resbala. El agua desaparece. Nada por aquí, nada por allá. La camiseta está seca.

La tecnología de Nike, puesta a punto tras varios años de ensayo por Craig Buglass, uno de los magos del diseño, y que utilizarán Brasil, Corea, Portugal, Estados Unidos, Nigeria y Croacia, y la de Adidas refrescarán a los jugadores y, también, tendrán efectos sobre la moda. Los diseños son más clásicos porque es más complicado poner costuras y unir telas de distintos colores. Tampoco tienen cuello para optimizar el efecto chimenea y, por si esto fuera poco, acabarán con una necesidad, la de llevar por debajo una camiseta de algodón normal, ésa que usan los futbolistas para lanzar todo tipo de mensajes después de marcar un gol.

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