CARTAS AL DIRECTOR

Los fenómenos sociales

Le escribo porque me siento solo. Verá. Cada vez con mayor frecuencia, en mis círculos profesionales y amistosos me encuentro con que no tengo nada o muy poco que decir.

Y no es porque yo sea retraído, no: es que no veo Operación Triunfo, ni fútbol, como tampoco vi El Gran Hermano ni Tómbola ni... Pero por mí, que no los quiten, Dios me libre. Son realmente fenómenos sociales; pero para fenómeno social, la sensación (mejor dicho, seguridad) que tengo de que por mucho que luche para no enterarme de cierto tipo de información, al final me la terminan clavando. Juzgue ...

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Le escribo porque me siento solo. Verá. Cada vez con mayor frecuencia, en mis círculos profesionales y amistosos me encuentro con que no tengo nada o muy poco que decir.

Y no es porque yo sea retraído, no: es que no veo Operación Triunfo, ni fútbol, como tampoco vi El Gran Hermano ni Tómbola ni... Pero por mí, que no los quiten, Dios me libre. Son realmente fenómenos sociales; pero para fenómeno social, la sensación (mejor dicho, seguridad) que tengo de que por mucho que luche para no enterarme de cierto tipo de información, al final me la terminan clavando. Juzgue usted el tesoro cultural que de forma gratuita he acumulado en unos meses: sé lo que es una yoya y también sé que hay que salvar a las ballenas y a una tal Nuria ¿Fergó?, que unos jugadores de fútbol tuvieron un cambio de impresiones con unas tiernas señoritas en un hotel y eso está feo, según lo que me han hecho tragar.

Pero no queda ahí mi bagaje de conocimientos: no pego ojo desde que le pegaron en el ojo a Carmina Ordóñez, y mi ansiedad sube como la espuma cada vez que alguna de estas personas consumidoras de hombres o mujeres (famosos les llaman y me sé muchos nombres) cambia de plato o de parto o de espanto.

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Me rindo. Voy a aflojar todas mis defensas; me dejaré empapar por las connotaciones positivas de estos fenómenos sociales, y aunque no dejaré de sentirme solo, al menos tendré algo que decir.

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