OPINIÓN DEL LECTOR

Ciudad dura

Me complacen los encendidos elogios a Barcelona publicados por este diario. Las crónicas son excesivamente benévolas y el ambiente de la ciudad no es de tanto disfrute como se pinta. Barcelona es, además de lo que se lee, una ciudad con enjambres de motoristas ruidosos, moscardones que se entrometen entre los coches ante el semáforo rojo para salir de estampida antes incluso de que cambie a verde. El metro está impresentable con los cristales rayados y las paredes pintadas. Las deyecciones de los perros en las aceras son habituales. El paseante por el centro de La Rambla está expuesto a sustos...

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Me complacen los encendidos elogios a Barcelona publicados por este diario. Las crónicas son excesivamente benévolas y el ambiente de la ciudad no es de tanto disfrute como se pinta. Barcelona es, además de lo que se lee, una ciudad con enjambres de motoristas ruidosos, moscardones que se entrometen entre los coches ante el semáforo rojo para salir de estampida antes incluso de que cambie a verde. El metro está impresentable con los cristales rayados y las paredes pintadas. Las deyecciones de los perros en las aceras son habituales. El paseante por el centro de La Rambla está expuesto a sustos morrocotudos cuando un ciclista o un monopatín le llegan inesperadamente por detrás.

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