Reportaje:REPORTAJE

El feliz cumpleaños del profesor Hawking

La física es un ambiente poco dado a las emociones; incluso los mejores amigos se critican mutuamente con desdén su trabajo y las teorías más amadas se tiran a la basura en cuanto los experimentos las contradicen. Sin embargo, había emoción el pasado martes en el salón de alto techo del colegio universitario Gonville and Caius (en Cambrige, Reino Unido) cuando un mayordomo abrió una puerta y una doble de Marylin Monroe se introdujo en la habitación vestida de rosa y cantando Quiero que me ames tú al profesor Stephen Hawking, cosmólogo en la Universidad de Cambridge y autor de uno de los...

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La física es un ambiente poco dado a las emociones; incluso los mejores amigos se critican mutuamente con desdén su trabajo y las teorías más amadas se tiran a la basura en cuanto los experimentos las contradicen. Sin embargo, había emoción el pasado martes en el salón de alto techo del colegio universitario Gonville and Caius (en Cambrige, Reino Unido) cuando un mayordomo abrió una puerta y una doble de Marylin Monroe se introdujo en la habitación vestida de rosa y cantando Quiero que me ames tú al profesor Stephen Hawking, cosmólogo en la Universidad de Cambridge y autor de uno de los libros de mayor venta. Hawking estaba postrado en una silla de ruedas y una amplia sonrisa surcaba su rostro, mientras unos 200 físicos de los más duros, con sus familias y amigos, se morían de risa y entonaban después 'cumpleaños feliz'.

Antes de Navidad, Hawking perdió el control de su nueva silla de ruedas Quantum Jazzy y se estrelló contra un muro y se rompió el fémur
Tras el diagnóstico de su enfermedad, hace 39 años, el cosmólogo soñó que iba a ser ejecutado, pero decidió vivir tras ver morir a un niño de leucemia

Los agujeros negros

'Marylin y yo nos conocemos de tiempo atrás', aclaró Hawking en la voz de androide de su sintetizador de voz. Aludía a una escena de la serie de televisión Star Trek: la siguiente generación, en la que una curvatura del espacio tiempo hace que Marylin aparezca sentada en sus rodillas. En sus casi 40 años de físico en ejercicio, Hawking ha dirigido a sus colegas en la exploración de los agujeros negros -las trampas gravitatorias que se tragan todo, incluso la luz- así como en teorías sobre el origen del universo, pero uno de sus logros más asombrosos es simplemente su supervivencia.

El pasado día 8, 39 años después de la sentencia de muerte que acompañó al diagnóstico de una esclerosis lateral amiotrófica (la enfermedad de Lou Gehrig), Hawking cumplió 60 años, una edad significativa para un científico, que además supera en décadas la esperanza de vida de la mayor parte de las personas que sufren esta enfermedad. En consonancia con la importancia de esta efemérides, sus colegas y los que estudiaron con él, un reparto de grandes estrellas de la física, se reunieron durante cuatro días de simposios científicos y fiestas.

'La mayoría de nosotros, hace 35 años, hubiéramos apostado en contra de que fuéramos a presenciar este cumpleaños y mucho menos con logros significativos que celebrar', en palabras de Martin Rees, el Astrónomo Real británico, que conoce a Hawking desde los primeros años sesenta.

En los recuerdos que tiene en su sitio de Internet, Hawking recuerda cómo tras el diagnóstico de su mal soñó que iba a ser ejecutado. Sin embargo, tras ver cómo moría de leucemia un niño en una cama cercana a la suya en el hospital, decidió que no estaba tan mal, todavía. Se casó y tuvo tres hijos mientras su carrera despegaba y los agujeros negros se convirtieron en una moda imparable.

Su trabajo más importante llegó en 1974, según sus colegas, cuando descubrió que los agujeros negros no son realmente negros sino que pueden radiar masa-energía y explotar. Este concepto se encuentra ahora en el centro de los esfuerzos para unificar la teoría de la relatividad general de Einstein, que describe la gravedad que da forma al cosmos, con el caos cuántico que vive en su interior.

Durante años, el zumbido de la silla de ruedas de Hawking a lo largo del pasillo de algún gran auditorio ha dotado de un aura dramática a las reuniones de astrofísica, incluso las más aburridas. Su último libro The universe in a nutshell (El universo en una cáscara de nuez) ha alcanzado, como su predecesor Una breve historia del tiempo, los primeros puestos de la lista de superventas.

No todo el mundo se ha sentido deslumbrado por Hawking. En 1999, su ex esposa, Jane Hawking, publicó unas francas memorias que describían la desintegración de su relación bajo la presión de la fama y de la minusvalía. Hawking la dejó en 1990 y luego se casó con su enfermera, Elaine Mason.

Los colegas de Hawking explican su habilidad para frustrar lúgubres predicciones por su constitución de hierro y su voluntad de hierro. 'Es una persona de tanta voluntad, de tanta fuerza intelectual', dice Andrei Linde, un físico ruso de la Universidad de Stanford (EE UU) que conoció a Hawking en los últimos años setenta en Moscú. 'Todo se combina'.

Esa determinación trasciende la ciencia, afirma Linde, quien recuerda cómo Hawking recorría a velocidad temeraria el empinado camino hacia su casa durante una visita a California. De hecho, Hawking casi no alcanza su propia fiesta de cumpleaños. El viernes anterior a la Navidad, según sus amigos, perdió el control de su nueva silla de ruedas Quantum Jazzy y se estrelló contra un muro. La silla volcó y el frágil físico cayó al suelo. Se golpeó en la cabeza y se rompió un fémur.

Pero allí estaba esta semana el huésped de honor para acoger a los participantes del simposio. Desde que sufriera una traqueotomía en 1985, Hawking sólo ha hablado por medio de su ordenador. En esta ocasión, se volvió a la gente y oprimió el botón de control: 'Estoy tan contento de veros a todos', dijo la voz metálica. 'Es maravilloso que casi todos los invitados hayan podido venir. Prueba de que no existen fronteras en la física teórica ni en la amistad'.

Hawking sigue empeñado en explicar el universo, como lo prueba su reciente libro. Albert Einstein dijo una vez que las teorías científicas deberían poderse describir de forma tan simple que las pudiera entender un niño. Las quejas de que la física moderna no alcanza esta simplicidad son generales y tan viejas como la propia física moderna.

Dice la historia que cuando al astrónomo Arthur Eddington, contemporáneo de Einstein, le felicitaron por ser una de las tres personas en el mundo que entendían la teoría de la relatividad, se quedó callado. Cuando le criticaron por su falsa modestia, Eddington dijo que, al contrario, se había quedado pensando quién podría ser la tercera persona.

De hecho, los últimos avances en el conocimiento han hecho más difícil que nunca esta tarea. La última versión de la teoría del todo postula un universo con 10 u 11 dimensiones, en vez de las tres del espacio y la del tiempo que todos conocemos, habitado por cuerdas serpenteantes o membranas.

Sin embargo, los científicos continúan tratando de contar lo que hacen, siguiendo una larga tradición que incluye El origen de las especies de Darwin y Relatividad: la teoría general y especial, de Einstein, escrito en 1916 y que nunca ha dejado de publicarse.

The New York Times

Rendijas para descifrar el código del universo

EL PRIMER LIBRO PARA LEGOS del cosmólogo Stephen Hawking, Una breve historia del tiempo, hizo viajar a sus lectores por los agujeros negros y el tiempo imaginario mientras describía su búsqueda de la teoría del todo que nos permitirá conocer la mente de Dios. Estuvo dos años en la lista de superventas y vendió 10 millones de ejemplares. Lo que todavía se preguntan los editores, críticos y otras personas que no se explican cómo puede tener una discusión seria del origen del universo tanta audiencia como la vida de una estrella de cine es ¿por qué? Según la opinión del mundo editorial y también la popular, Una breve historia del tiempo fue uno de los libros menos leídos, junto a Finnegan´s Wake de James Joyce. Mucha gente que cree que se vendió sobre todo debido a la popularidad de Hawking y a su aura de coraje e intelectualidad, se pregunta si pasará lo mismo con su nuevo libro The universe in a nutshell, que ya está en los primeros puestos de las listas de éxitos en el mercado anglosajón. En el prólogo, Hawking lamenta que algunos de los lectores de su libro anterior no pudieran terminarlo y asegura que ha tratado de hacer éste más fácil de leer. Hasta ahora, los críticos se han mostrado de acuerdo. Bryan Appleyard, de The New Statesman, lo calificó de 'difícil, pero no absolutamente difícil'. En una encuesta informal de The Times, uno de los encuestados escribió: 'Todo tenía mucho sentido mientras lo leía, pero tendía a evaporarse como un sueño en cuanto dejaba de leerlo'. Y es que cuando se trata de presentar lo que se quiere decir sin tapujos, Hawking es un genio. Mientras que muchos autores de libros sobre ciencia llenan capítulos sobre los fundamentos antes de llegar a la actualidad, Hawking, con su característica sensación de que le queda poco tiempo, se lanza a la frontera sin excusas. Un ejemplo: 'Nos hemos dado cuenta de que la parada del tiempo real y el imaginario (...) significa que el espacio-tiempo tiene una temperatura, como descubrí para los agujeros negros'.

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