Columna

Arriba la birra

Nos viene encima un año capicúa, lo que se interpreta como señal de halagüeños augurios. Cuando algo es lo mismo al derecho que al revés, cabe pensar en perversiones, incluso en un milagro. El oso de Madrid es un palíndromo (lo mismo que capicúa, pero con palabras o frases). Quizá este año convenga hacer el oso, por la sencilla razón de que dábale arroz a la zorra el abad. El palíndromo fue inventado por el poeta tracio Sótades el Obsceno, en el siglo III antes de Cristo. Algunos escritores han descubierto palíndromos sinuosos, como Julián Ríos ('amor, broma'), José Antonio Millán ('Ani...

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Nos viene encima un año capicúa, lo que se interpreta como señal de halagüeños augurios. Cuando algo es lo mismo al derecho que al revés, cabe pensar en perversiones, incluso en un milagro. El oso de Madrid es un palíndromo (lo mismo que capicúa, pero con palabras o frases). Quizá este año convenga hacer el oso, por la sencilla razón de que dábale arroz a la zorra el abad. El palíndromo fue inventado por el poeta tracio Sótades el Obsceno, en el siglo III antes de Cristo. Algunos escritores han descubierto palíndromos sinuosos, como Julián Ríos ('amor, broma'), José Antonio Millán ('Anita, la gorda lagartona, no traga la droga latina'), Carlos Illescas ('sé verla al revés') o Ignacio Martínez de Pisón ('acá sólo Tito lo saca'). Por cierto, la palabra capicúa viene del catalán cap i cúa (cabeza y cola).

Pero no todo van a ser rosas el año que llega. Hay un dato inquietante: durante 12 meses, el número 2 va a estar dándonos la vara por delante y por detrás. Ese guarismo provoca desasosiego en los círculos esotéricos y cabalistas. No les falta razón, pero hay que reconocer que sólo existe vida si se juntan dos y se lo montan apasionadamente. Ahora bien, si un número se junta con otro, abandona su esencia y se convierte en una cifra distinta. De todo lo cual se colige que, para conservar la identidad, a lo mejor hay que ser un bicho solitario. Qué sabemos.

Algo hay seguro: mienten quienes pregonan que hombre precavido vale por dos. Si un tipo precavido vale por dos, quiere decir que esos otros dos también son precavidos, o sea, que cada uno de ellos vale por otros dos. Ya tenemos cuatro, todos los cuales son de la misma catadura. A partir de ahí empiezas a contar y no paras. Una persona cauta tiene que mantener demasiadas bocas. No se puede vivir con tanta gente, y mucho menos meterlos a todos ellos en la cama cada vez que te acuestas.

El 2002 merece un palíndromo guapo, como éste, de Juan Filloy: 'Arriba la birra'. Aquí se tira la cerveza como es debido. Ateo por Arabia iba raro poeta.

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