Columna

Eterno Desio

Como uno de esos regalos que le hace a uno el destino, un día, junto a mis compañeros del programa de TVE Al Filo de lo Imposible, visité a Ardito Desio en su casa de Milán. Su hija, tras franquearnos la puerta, nos condujo al salón en donde poco más tarde apareció él. Era pequeño, delgado, vivaz, vestía un traje impecable y sonreía con frecuencia. Me pareció cálido, como buen latino. Durante la charla, se levantó y sentó varias veces. Era 1996 y Ardito contaba entonces 99 años.

Recuerdo muy a menudo aquel encuentro y también lo había recordado esta misma semana, antes de saber d...

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Como uno de esos regalos que le hace a uno el destino, un día, junto a mis compañeros del programa de TVE Al Filo de lo Imposible, visité a Ardito Desio en su casa de Milán. Su hija, tras franquearnos la puerta, nos condujo al salón en donde poco más tarde apareció él. Era pequeño, delgado, vivaz, vestía un traje impecable y sonreía con frecuencia. Me pareció cálido, como buen latino. Durante la charla, se levantó y sentó varias veces. Era 1996 y Ardito contaba entonces 99 años.

Recuerdo muy a menudo aquel encuentro y también lo había recordado esta misma semana, antes de saber de su muerte: veinticinco años antes de que los alpinistas de mi generación hubiéramos nacido, Ardito Desio había tomado parte, como geólogo, en 1929, en la expedición científica dirigida por el Duque de Spoleto a las inmediaciones del K2. Cuando los alpinistas de mi generación nacíamos, Ardito Desio dirigió al equipo de hombres que, en 1954, puso pie por primera vez sobre la cima de La Montaña de las Montañas.

Cuando los alpinistas de mi generación estábamos en nuestro mejor momento, alguien me contó que Ardito, en 1987, ¡con noventa años!, había visitado el campamento base del Everest. Puede pensarse que aquel 31 de julio de 1954, Desio se hizo inmortal junto a Lacedelli, Compagnoni y la cima del K2. Pero hoy, cuando he sabido de su muerte a los 104 años, tiendo a pensar que ni siquiera la eternidad es eterna.

Juanjo San Sebastián es alpinista y escritor

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