"Hay que saber hacer de todo"

A Jorge Garbajosa Chaparro (Torrejón, Madrid, 1977), los números le acompañan en un deporte, el baloncesto, en el que se convierten en la radiografía del rendimiento de un jugador. Garbajosa mide 2,05 metros y juega en Italia, en el prestigioso Benetton de Treviso, en el que tiene un promedio de diez puntos y seis rebotes por encuentro moviéndose por esa zona donde conviven los codos con la astucia. Sin embargo, es un gigante tierno que aprovecha cualquier estancia en España para escaparse a Torrejón con el fin de comer con sus padres.

Ahora, formando parte de la selección española, que...

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A Jorge Garbajosa Chaparro (Torrejón, Madrid, 1977), los números le acompañan en un deporte, el baloncesto, en el que se convierten en la radiografía del rendimiento de un jugador. Garbajosa mide 2,05 metros y juega en Italia, en el prestigioso Benetton de Treviso, en el que tiene un promedio de diez puntos y seis rebotes por encuentro moviéndose por esa zona donde conviven los codos con la astucia. Sin embargo, es un gigante tierno que aprovecha cualquier estancia en España para escaparse a Torrejón con el fin de comer con sus padres.

Ahora, formando parte de la selección española, que hoy (20.00, La 2) se enfrenta a la israelí en la fase de clasificación para el Campeonato de Europa de Suecia 2003, Garbajosa presenta aún unos dígitos mejores: 31 puntos en las dos citas ya afrontadas, ante Rumania y Dinamarca. Javier Imbroda, el técnico, cuenta con él y sus minutos en la pista en ambos choques, más de 40, certifican que ya está asentado en el conjunto.

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Pero el madrileño, que confiesa que sus ídolos son 'ahora Duncan y de toda la vida Ola-juwon', no esconde cierto velo de modestia y quita importancia a su aportación individual: 'Ni sé qué números hago ni me importan. Lo único que me importa es que Imbroda se ha acordado de mí'.

Garbajosa tiene un talento natural para el baloncesto, aunque tardó mucho en enseñarlo. En edad juvenil, se dedicaba al fútbol y jugaba de portero. Hasta que un día el conductor del autobús que le llevaba a los entrenamientos, viendo su estatura, le recomendó que probara con un equipo de baloncesto. Dicho y hecho. Se inició en el Juventud Alcalá y muy pronto apareció un ojeador del Tau. En Vitoria pulieron a Garbajosa. Allí llegó sobrado de kilos y virgen de fundamentos baloncestísticos. Pero su progresión fue espectacular. Siete años permaneció en el Tau, hasta que emigró a Italia ante la oportunidad que se le presentó. 'Me fui porque no tenía hueco', explica; 'tuve que salir, pero no fue por la puerta de atrás como se dijo. Sigo conservando muchos amigos en Vitoria, incluido el presidente'.

Garbajosa habría preferido seguir en España, pero se tuvo que marchar. Y no se arrepiente: 'Me fui porque también me habían hablado muy bien del club aunque no esperaba que fuera tan bueno. Me han tratado muy bien. Cuando te dan confianza, te apetece devolverla con juego'.

Garbajosa es un pívot fuerte, pero con un tiro de media y larga distancia extraordinariamente fiable: 'Hay que saber hacer de todo y el lanzamiento de cuatro metros es fundamental para abrir a las defensas'.

Esta noche tiene otra ocasión de brillar con el grupo de Imbroda, ante Israel, en el pabellón de Vistalegre, en Madrid, donde la selección espera batir el récord de asistencia a uno de sus partidos, que data del partido de los Juegos de Barcelona 92, ante el Drean Team de Jordan y compañía, llenando las 15.000 localidades del feudo del Estudiantes.

Jorge Garbajosa trata de taponar a un rival durante un partido con la selección.EFE

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