Crítica:

Hampa y elegancia

Apareció Ute Lemper anoche, y parecía Marlene Dietrich pero con más cuerpo. Largo abrigo negro, largo traje rojo, largas piernas, largos brazos, larga voz desde los agudos a los graves. Y larga boa arrollada al cuello.



El público compensó sus esfuerzos, su arte, sus brazos y piernas como serpentinas -también bailó con un gran maestro-, sus monólogos de actriz entre canción y canción, sus improvisaciones en torno al sonido; hizo sus bises entre aplausos y casi rugidos de alegría, y nos quedamos esperando a que vuelva. Quizá el próximo Festival de Otoño de Madrid....

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Apareció Ute Lemper anoche, y parecía Marlene Dietrich pero con más cuerpo. Largo abrigo negro, largo traje rojo, largas piernas, largos brazos, larga voz desde los agudos a los graves. Y larga boa arrollada al cuello.

El público compensó sus esfuerzos, su arte, sus brazos y piernas como serpentinas -también bailó con un gran maestro-, sus monólogos de actriz entre canción y canción, sus improvisaciones en torno al sonido; hizo sus bises entre aplausos y casi rugidos de alegría, y nos quedamos esperando a que vuelva. Quizá el próximo Festival de Otoño de Madrid.

Ute Lemper, en Madrid.CLAUDIO ÁLVAREZ
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