Reportaje:

La vivienda robótica

Ikerlan reúne en un inmueble en el parque de Miñano las más avanzadas tecnologías para el uso en el hogar

Es una vivienda unifamiliar de dos plantas con una superficie de 183 metros cuadrados distribuidos en siete espacios. Todo sería normal, asimilable a un chalé más o menos convencional, si no acogiese en su interior buena parte de las innovaciones tecnológicas que diversas empresas vascas diseñan en el ámbito de los electrodomésticos y la energía, lo que la convierte en una auténtica residencia del futuro.

Controles informatizados centralizados de todos los elementos del hogar, frigorífico con un ordenador incorporado, placas fotovoltaicas que autoabastecen el hogar o sensores para regul...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Es una vivienda unifamiliar de dos plantas con una superficie de 183 metros cuadrados distribuidos en siete espacios. Todo sería normal, asimilable a un chalé más o menos convencional, si no acogiese en su interior buena parte de las innovaciones tecnológicas que diversas empresas vascas diseñan en el ámbito de los electrodomésticos y la energía, lo que la convierte en una auténtica residencia del futuro.

Controles informatizados centralizados de todos los elementos del hogar, frigorífico con un ordenador incorporado, placas fotovoltaicas que autoabastecen el hogar o sensores para regular luz, calor y control de fugas son algunos de los múltiples ingenios que convierten al denominado edificio Domolab en todo un banco de pruebas.

Se trata de un inmueble situado en el parque tecnológico alavés de Miñano y está auspiciado por el centro de investigaciones tecnológicas Ikerlan con la colaboración de varias industrias vinculadas al sector energético. En su aspecto exterior sobresalen las placas del tejado y un pequeño aerogenerador eólico, fuentes de energía que permitirían mantener el suministro de la casa al margen de las líneas eléctricas convencionales. Una llave electrónica con chip incorporado que se puede desactivar en caso de robo franquea el acceso a un interior en donde cobra un protagonismo especial el denominado mayordomo.

'Mayordomo' informático

Este panel de control es una suerte de ordenador central que permite regular el sistema de seguridad, las fugas de agua o gas, deficiencias en los electrodomésticos, desarrolla las tareas preprogramadas de los diferentes elementos del hogar, regula la energía consumida y puede avisar telefónicamente al propietario de los eventuales problemas que surjan. Se trata de una tecnología que ya ha empezado a ser comercializada, como lo será también en pocos meses el sistema de cocción automática, un juego de placa vitrocerámica y olla que elimina las emisiones de vapores y alcanza el punto exacto en la elaboración de los alimentos sin peligro de excederse en el tiempo de cocción.

Precisamente, la cocina es uno de los centros neurálgicos de este entramado robótico, al contar el frigorífico con una pantalla desde la que se pueden controlar aspectos como la caducidad de los alimentos que guarda y además cuenta con televisión y un acceso a Internet. Los diferentes aparatos, desde el horno hasta el lavavajillas pasando por la calefacción, pueden conectarse desde cualquier lugar con una simple llamada de teléfono. La relación de avances que incorpora esta vivienda experimental es numerosa, pero la duda que surge pasa por su aplicación cotidiana y si la comercialización será inmediata. 'Algunos de ellos ya se pueden adquirir, como es el caso del mayordomo, aunque los precios son elevados todavía', señala Fernando Cueva, uno de los coordinadores del proyecto Domolab.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Una de las dificultades que aún existe es la necesidad de crear una red de comunicación que integre tanto a los electrodomésticos como a los sistemas de telefonía existentes para alcanzar un modelo homogéneo coordinado. En el caso de los paneles fotovoltaicos y la generación energética, la adquisición de placas aún es prohibitiva para un uso generalizado. Tanto esta tecnología como la de los cristales fotorreguladores -controlan la filtración de la luz según las necesidades de iluminación y de consumo- suponen una inversión que se rentabiliza al cabo de varios años. 'Tal vez en diez años muchas de estas máquinas sean habituales en la mayoría de los hogares', indica Cueva.

Archivado En