Columna

El peaje de Benidorm

Mohamed Atta, el piloto fanático que arremetió contra la Torre Gemela norte, coincidió casualmente en el peaje sur de Benidorm con el músico ligero Jaime Morey. Fue a mediados del pasado julio y todo sucedió en un minuto: el que tardaron los dos coches en hacer cola delante de los cobradores de la autopista. Atta venía desde Alicante e iba camino de Salou, donde le aguardaban dos tareas revolucionarias: reconfortar a un preso y visitar una compañía de aeroplanos de fumigación agrícola. Jaime Morey venía de Madrid, donde había celebrado una reunión con Pilar Giménez-Reyna, quien le había indi...

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Mohamed Atta, el piloto fanático que arremetió contra la Torre Gemela norte, coincidió casualmente en el peaje sur de Benidorm con el músico ligero Jaime Morey. Fue a mediados del pasado julio y todo sucedió en un minuto: el que tardaron los dos coches en hacer cola delante de los cobradores de la autopista. Atta venía desde Alicante e iba camino de Salou, donde le aguardaban dos tareas revolucionarias: reconfortar a un preso y visitar una compañía de aeroplanos de fumigación agrícola. Jaime Morey venía de Madrid, donde había celebrado una reunión con Pilar Giménez-Reyna, quien le había indicado cuáles eran sus obligaciones como presidente de Gescartera: una labor que el galán alicantino ignoraba por completo, y eso que se la retribuían a millón y medio mensual. Atta no tenía previsto ir a Benidorm. Ni siquiera se dejó seducir por la raíz arábiga de su nombre. Pero no por ello dejó de urdir un inocuo juego verbal mientras conducía: 'Benidorm-New York', se dijo a la altura de El Campello. Un cuarto de hora después, Benidorm surgió por el oriente y entonces Atta, emocionado, resolvió que no había visto mejor remedo de Manhattan en la vieja Europa, y en ese justo momento fue cuando descubrió que Mohamed Atta y Manhattan sonaban parecido. Las miradas de Atta y de Morey se cruzaron vagamente en el peaje sur. Ni uno ni otro podían imaginar entonces que iban a ser sendos iconos, tan diferentes por cierto, de los grandes asuntos del año en el mundo y en España. Luego Mohamed Atta pasó tres horas muy felices en Benidorm, y en su delirio místico imaginó a los miles de mujeres en top less y tanga de la playa de Levante cubiertas con las burkas que atormentan a las mujeres afganas. Antes de salir de la ciudad, el aviador recreó su mirada en los metales y vidrios de los rascacielos marítimos. Para entonces Jaime Morey ya acometía en un café del Rincón de Loix una nueva labor, compatible con su cargo de presidente de Gescartera: Pilar Giménez-Reyna le había encargado la composición del nuevo himno de Acción de Gracias del arzobispado de Valladolid.

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