El Osasuna se lleva un botín excesivo de La Romareda

Zaragoza y Osasuna se encargaron de confirmar sus carencias en ataque. Demostraron que, de jugar así, sufrirán para conseguir la permanencia. En un partido marcado por la tensión y la rivalidad fue prácticamente imposible encontrar un sólo atisbo de buen juego. La mala actuación del árbitro se sumó a los primeros nervios de la temporada de la exigente afición maña. El resultado de todo ello fue un partido feo y bronco del que Osasuna salió demasiado bien librado. Los de Pamplona ya no son colistas.

El conjunto local acusó en exceso la baja de su mejor jugador, El Toro Acuña. Ante...

Zaragoza y Osasuna se encargaron de confirmar sus carencias en ataque. Demostraron que, de jugar así, sufrirán para conseguir la permanencia. En un partido marcado por la tensión y la rivalidad fue prácticamente imposible encontrar un sólo atisbo de buen juego. La mala actuación del árbitro se sumó a los primeros nervios de la temporada de la exigente afición maña. El resultado de todo ello fue un partido feo y bronco del que Osasuna salió demasiado bien librado. Los de Pamplona ya no son colistas.

El conjunto local acusó en exceso la baja de su mejor jugador, El Toro Acuña. Ante tan sensible situación, el Zaragoza decidió prescindir del centro del campo. Jugó a base de latigazos, infructuosas galopadas que apenas llegaban al área. Desde el principio se notó que el Zaragoza iba a llevar la manija del encuentro y que Osasuna esperaría atrincherado atrás, a verlas venir. Y así fue. Un aburrido Juanele fue el primero en notar el agujero en la zona ancha y se dejó caer una y otra vez hasta la medular, para recibir el balón. Pero cuando llegó al área se vio cansado.

Para conseguir los tres puntos, el equipo rojillo no necesitó la pelota. Simplemente esperó pacientemente a que sus ocasiones llegaran. Y a falta de lucidez ofensiva el Zaragoza se metió un gol en contra. Osasuna se encontró con una preciada ventaja, excesiva para los méritos realizados.