Editorial:

Perfil moderado

La dimisión de Pilar Valiente como presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), forzada por la marea de acontecimientos que abonan las sospechas de su participación activa en el tráfico de influencias montado en el caso Gescartera, ha tenido al menos el efecto de aguijonear al Gobierno y obligarle a buscar sucesor con rapidez. Blas Calzada, nombrado ayer nuevo presidente de la CNMV por el Consejo de Ministros a propuesta del ministro de Economía, tiene a su favor un perfil político mesurado, un demostrado equilibrio intelectual y un conocimiento indudable del mercad...

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La dimisión de Pilar Valiente como presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), forzada por la marea de acontecimientos que abonan las sospechas de su participación activa en el tráfico de influencias montado en el caso Gescartera, ha tenido al menos el efecto de aguijonear al Gobierno y obligarle a buscar sucesor con rapidez. Blas Calzada, nombrado ayer nuevo presidente de la CNMV por el Consejo de Ministros a propuesta del ministro de Economía, tiene a su favor un perfil político mesurado, un demostrado equilibrio intelectual y un conocimiento indudable del mercado de valores, dada su amplia experiencia profesional al frente del Servicio de Estudios de la Bolsa de Madrid. Pero estas cualidades evidentes pueden resultar insuficientes si el consejo de la CNMV, el órgano político que es el corazón y el cerebro del órgano regulador del mercado de valores, no trabaja en consonancia con el nuevo presidente y se reproducen las guerras intestinas y la contaminación política de los mandatos anteriores. Porque Calzada tiene por delante una tarea hercúlea: recuperar el prestigio de la CNMV y restituir la credibilidad de los inversores en la institución, hoy profundamente cuestionada. Mucha suerte y esfuerzo va a necesitar Calzada para conseguirlo.

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