A PIE DE OBRA

Las razones de mis amigos

- 1. Donald Margulies ganó el Pulitzer del año pasado por Dinner with friends, la comedia (Sopar d'amics) que ha abierto la temporada del Apolo bajo la dirección de Esteve Ferrer. Ante esta función tengo dos actitudes simultáneas y contrapuestas: a) no es excepcional (sobre todo para haberse llevado un Pulitzer), pero resulta más sutil y compleja de lo que aparenta, y b) es más sutil y compleja etcétera, pero a fin de cuentas no nos dice nada que no sepamos ya o que no nos hayan dicho antes -y bastante mejor- Alan Ayckbourn y Peter Nichols, o en clave de farsa negra, la fenomena...

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- 1. Donald Margulies ganó el Pulitzer del año pasado por Dinner with friends, la comedia (Sopar d'amics) que ha abierto la temporada del Apolo bajo la dirección de Esteve Ferrer. Ante esta función tengo dos actitudes simultáneas y contrapuestas: a) no es excepcional (sobre todo para haberse llevado un Pulitzer), pero resulta más sutil y compleja de lo que aparenta, y b) es más sutil y compleja etcétera, pero a fin de cuentas no nos dice nada que no sepamos ya o que no nos hayan dicho antes -y bastante mejor- Alan Ayckbourn y Peter Nichols, o en clave de farsa negra, la fenomenal Excuses, de Joel Joan y Jordi Sánchez. Quizá lo mejor del texto de Margulies sea la modulación de su tono (que empieza andante y acaba, sorprendentemente, con la nota que da una cuerda de bajo al romperse en mitad de la noche) y el deslizamiento de su tema presunto (una ruptura matrimonial) hacia una doble pregunta: hasta qué punto conocemos a nuestros amigos y hasta qué punto nos conocemos a nosotros mismos.

'Sopar d'amics', de Donald Margulies, trata de una doble crisis: la del matrimonio y la de la amistad

Sara (Teresa Vallicrosa) y Dani (Pep Ferrer) son dos baby boomers forrados de pasta gracias a la gastronomía y cuyo matrimonio se parece a una de esas cocinas inmaculadas que aparecen en los suplementos dominicales. Sus dos mejores amigos, Bet (Rosa Renom), una pintora frustrada, y Marc (Pep Anton Muñoz), un abogado de lujo, anuncian, en dos cenas sucesivas, su separación tras 12 años de convivencia. Primero escuchamos los motivos de ella, luego los de él. Como suele suceder, ambos tienen razón, o razones. Pero ése, como digo, no es el tema. El desastroso matrimonio de Bet y Marc queda zanjado en una escena, la mejor del primer acto, en la que las acusaciones y las cuentas pendientes vuelan por el aire como cacerolas para aterrizar, por última vez, sobre la cama común.

A partir de entonces, Margulies va a contarnos la acelerada disolución de la amistad entre los cuatro y el tambaleo de los cimientos del matrimonio de Sara y Dani. Su estrategia consiste en viajar hacia el pasado, 12 años atrás, y mostrarnos cómo Bet y Marc han sido, a ojos de Sara y Dani, una creación suya, ya que intentaron juntarlos desde el primer día como el aceite y el vinagre en un aliño para ensalada. En esa evocación retrospectiva, Margulies también nos muestra, sutilmente, en segundo plano, a unos Sara y Dani todavía próximos, entre risas y abrazos, más físicamente cercanos de lo que les hemos visto antes, pero la que tendría que ser la mejor escena de la comedia, la más reveladora y emotiva, se desequilibra por el trazo grueso en el dibujo de la joven Bet, a la que pinta -puro cliché- como una locuela new age con veleidades artísticas, cliché que la dirección de Esteve Ferrer acentúa en busca de la risa fácil.

Volvemos al presente, y la comedia, que había perdido un tanto su timón, recupera rápidamente sus bazas. En un par de encuentros narrados simultáneamente, vemos que Bet y Marc se han adaptado con gran facilidad a sus nuevas vidas. Facilidad sospechosa para Sara y Dani, que no pueden soportar el cambio de sus amigos, por un complejo entramado de sentimientos, como capas sucesivamente desveladas. Afloran los rencores nunca dichos, los ajustes de cuentas, los intentos de hacerles volver a su infelicidad en aras del orden familiar (y amical), y a la postre perciben, con helada claridad, que no les conocen en absoluto; que tras los Bet y Marc de las cenas a cuatro y los veraneos en la casa de la costa han aflorado otras dos personas secretas, a las que no supieron o no quisieron percibir. ¿O quizá, por el contrario, Bet y Marc les mintieron siempre acerca de sus verdaderos sentimientos?

- 2. En torno a este tema, Ford Maddox Ford escribió una espléndida novela: El buen soldado. Y Pinter compuso algunas de sus mejores obras. Margulies llega un poco tarde a su idea para desarrollarla en profundidad y escora -como sucede en toda la obra- hacia el lado masculino: es muy superior la escena de desentendimiento entre Dani y Marc que su paralela entre Bet y Sara, cimentada en la sola noción de que toda 'hermana mayor' necesita una 'hermana menor' para asentar una fantasía de seguridad existencial (dejando como mero subtexto una secreta atracción de Sara hacia Marc). El último cuadro, un desolador careo entre Sara y Dani, es un buen resumen de Sopar d'amics: estupendamente escrito y observado, pero excesivamente previsible.

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Tras su exitazo con T'estimo, ets perfecte, ja et canviaré, Esteve Ferrer ha optado, con valentía, por torear un toro difícil: difícil para su público, porque no es una comedia cómica, y en sí mismo, porque el material requiere una mano rectora muy hábil y cuatro actores muy atentos, como decía antes, a las sutiles modulaciones del tono. Ferrer fuerza un poco la clave desde el principio, jugando a un costumbrismo satírico un tanto gritado y trivial, televisivo en el peor sentido. Es un error, porque predispone al público a ver otra cosa y contagia, me parece a mí, su indecisión a Teresa Vallicrosa, soberbia en T'estimo pero que aquí se mueve como si estuviera haciendo una sitcom con risas enlatadas (y que no encuentra su tono -como la dirección misma- hasta muy avanzada la función) o empuja a Rosa Renom, en la escena ya citada, a unos acentos paródicos absolutamente innecesarios. El más seguro de los cuatro es Pep Anton Muñoz, cada vez mejor actor; en ningún momento cede a la facilidad, aunque hay que decir que los cuatro tienen su escena redonda: Rosa Renom en el furioso enfrentamiento en la alcoba conyugal (si bien abusa un poco de su mohín de ardillita asustada o enfurruñada), Pep Ferrer entrando a matar en el careo con su amigo del alma, y Teresa Vallicrosa -mucho más dotada, diría, para la emotividad feroz y los desgarros patéticos que para la comedia sutil- avanzando hacia el vacío en la escena final. El montaje de Sopar d'amics es un loable intento de ofrecer una comedia adulta al que quizás le falte mayor confianza en su propio material y menos voluntad de jugar con cartas de distintos palos: cuestión, fundamentalmente, de ajuste y de rodaje.

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