Columna

Carta del alcalde

He leído por fin una de las 34.572 famosas cartas que ha firmado y enviado el alcalde de Sevilla y sobre las que tendrá que sentenciar algún magistrado. La mía me la he encontrado bajo la puerta, al llegar de las vacaciones.

Aparte de saludarme con un 'estimado amigo' cuando sólo soy un simple conciudadano, me adjunta una fotocopia de la Proposición de Ley del Grupo Socialista sobre diversos aspectos fiscales. Le agradezco sobremanera su interés en beneficiarme como contribuyente de impuestos. Debería ser obligatorio que nuestros alcaldes y concejales nos informaran periódicamente de to...

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He leído por fin una de las 34.572 famosas cartas que ha firmado y enviado el alcalde de Sevilla y sobre las que tendrá que sentenciar algún magistrado. La mía me la he encontrado bajo la puerta, al llegar de las vacaciones.

Aparte de saludarme con un 'estimado amigo' cuando sólo soy un simple conciudadano, me adjunta una fotocopia de la Proposición de Ley del Grupo Socialista sobre diversos aspectos fiscales. Le agradezco sobremanera su interés en beneficiarme como contribuyente de impuestos. Debería ser obligatorio que nuestros alcaldes y concejales nos informaran periódicamente de todos aquellos asuntos que nos afectan a los ciudadanos, incluyendo aquellas leyes y propuestas de los otros ámbitos con competencias. Eso significa también poner la administración pública al servicio del ciudadano. Pero creo que una cosa es la labor informativa de un alcalde y otra lo que se ha hecho en Sevilla con esta operación de correo que nos ha costado más de un millón y medio de pesetas.

Lo más atractivo que tiene la política municipal, aquella que más ligada está con el sentir y visión de las gentes, es que una peseta se puede convertir en asunto de dimisión o de crisis municipal. El más pequeño asunto de la actividad pública, aquel que pasa desapercibido para un parlamentario del Estado o de la Autonomía, se convierte en cuestión de debate y discusión política extraordinarios en el ámbito local. Y así debe ser, dado que, como en todo lo que tiene que ver con la política, las decisiones que se adopten están ligadas a un presupuesto y, al final, a unos impuestos que pagan los ciudadanos.

Veremos lo que dicen los tribunales, si ha habido o no malversación de fondos. Lo que sí parece claro es que por parte del alcalde de Sevilla se ha privilegiado una información partidaria con fondos públicos que en principio no estaban destinados a ese fin.

¿Por qué no ha pagado esa correspondencia el grupo socialista parlamentario o municipal, a partir de sus propias asignaciones, o el propio partido socialista? Granito a granito, piedrita a piedrita, los gobernantes de la ciudad de Sevilla están construyendo un monumento a la incapacidad y el desatino.

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