Entrevista:BONIFACIO | PINTOR

'Ahora le tengo más miedo a la pintura'

El pintor donostiarra Bonifacio (Bonifacio Alfonso Gómez, 1933) ha llegado a San Sebastián desde su domicilio de Madrid para una revisión médica. Su última muestra se ha celebrado en Cuenca, donde residió durante varias décadas, bajo el título Bonifacio en las colecciones conquenses. El catálogo de la exposición recoge textos de escritores y pintores de primera fila que hablan sobre su arte, como Guillermo Cabrera Infante, Severo Sarduy, Fernando del Paso, Juan Marsé o Antonio Saura, entre otros. Tras recorrer múltiples oficios -botones de hotel, pinche, aprendiz de herrero, ebanista o ...

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El pintor donostiarra Bonifacio (Bonifacio Alfonso Gómez, 1933) ha llegado a San Sebastián desde su domicilio de Madrid para una revisión médica. Su última muestra se ha celebrado en Cuenca, donde residió durante varias décadas, bajo el título Bonifacio en las colecciones conquenses. El catálogo de la exposición recoge textos de escritores y pintores de primera fila que hablan sobre su arte, como Guillermo Cabrera Infante, Severo Sarduy, Fernando del Paso, Juan Marsé o Antonio Saura, entre otros. Tras recorrer múltiples oficios -botones de hotel, pinche, aprendiz de herrero, ebanista o lavandero- y ser incluso novillero, se ha convertido en uno de los pintores que más adeptos tiene entre los propios artistas.

'Esto de la pintura es como lo de los toreros: hay que tener buen juego de muñeca'

Pregunta. ¿En qué medida ha cambiado su pintura desde sus inicios hasta ahora mismo?

Respuesta. Claro que he tenido que cambiar, y mucho. Ahora le tengo más miedo.

P. ¿En el momento de poner en el lienzo los primeros trazos abstractos se sorprendió de los resultados?

R. Ha habido veces en que miraba algunos cuadros de mis cuadros y creo que no los he hecho yo. Me sorprende. Y, sin embargo, otras veces he tenido que pintar un cuadro setenta veces para que me llegue a gustar algo.

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P. ¿El paso de los años hace a la mano más sabia?

R. Esto de la pintura es como lo de los toreros: hay que tener buen juego de muñeca. Depende mucho de la muñeca. De ahí salen las cosas.

P. ¿Las fases por las que ha pasado se toman como un quemar etapas o, por contra, viene a ser una acumulación de empalmes con lo mejor de cada fase?

R. De eso último. En la suma de experiencias está todo. Se dejan los errores, o se olvidan, para tomar los aciertos de cada fase por la que uno va pasando a lo largo de su vida como pintor.

P. ¿Se sorprendió que no le llamaran cuando se creó el grupo Gaur?

R. Como no creían que yo fuese pintor, no me sorprendió para nada. En mi fuero interno me dio bastante disgusto que no contaran conmigo. Me molestó mucho, pero a la vez me di cuenta que no me tomaban en serio como pintor.

P. No sería por edad, puesto que usted era mayor que alguno de ellos...

R. No, simplemente que creían que pintaba por pintar. La verdad es que ahora sigo pintando por pintar. Yo nunca he sido un profesional, sino un aficionado. Y continuaré siéndolo mientras viva.

P. ¿Sigue poniéndose en guardia contra los que, al hablar de su pintura, apelan al tópico de que fue usted torero?

R. Me encorajina bastante, porque no entienden nada de lo que es el toro.

P. No obstante, es usted quien alude constantemente a los toros al hablar de pintura...

R. Porque el arte tiene mucho que ver con los toros. Existe la misma gentecilla. Colegas que delante de tí te ponen una cara y detrás van diciendo perrerías de tu pintura. Ah, eso sí, también hay gente extraordinaria, como personas y como pintores. Y en los toros pasa igual.

P. Sin caer en ese tópico, ¿quién hubiese querido ser: Picasso o Antonio Ordóñez?

R. En pasados años hubiera preferido ser Antonio Ordóñez. Ahora me quedo con el deseo de haber querido ser Picasso.

P. ¿Ha variado mucho o poco respecto a los artistas que le gustaron cuando se inició como pintor?

R. Más que mucho, muchísimo. Por ejemplo, no sé qué me pasaba con Tàpies que no entraba en su pintura. Sin embargo, ahora me interesa sobremanera. Sobre todo, porque le veo en la misma onda de los maestros orientales, cuando aducían aquello de menos es más, que es lo que hace Tàpies. Es lo que quiero hacer yo. No quiero pintar como Tàpies, pero quiero realizar una pintura sobre eso de menos es más. Y lo veo muy difícil. Por eso admiro a Tàpies ahora muchísimo. Yo siempre he sido muy barroco. Ya estoy de barroquismo hasta la coronilla.

P. ¿Con la madurez el gusto por pintar tiene un sentido más profundo, e incluso comporta una carga existencial mayor?

R. Ahora sólo te interesa pintar. Lo demás sobra.

P. Su vida de pintor se apuntala sobre cuatro ciudades: San Sebastián, Bilbao, Cuenca y Madrid. ¿Qué le aportó cada una de ellas?

R. Que de San Sebastián me echaron porque no vendía un cuadro. En Bilbao tuve que trabajar en la Imprenta Industrial de publicista. En Cuenca, que me iba a pescar al río Júcar. Bueno, dicho más en serio: todos esos lugares te han aportado cosas. Eso es como las mujeres. De todas aprendes algo. Hasta que llega el momento que prefieres vivir solo. Ya has aprendido tanto que dices: 'Mejor es estar solo'.

P. ¿Posee alguna aspiración mayor que el hecho mismo de poder pintar todos los días? ¿Se llega a un punto en el que lo demás casi no cuenta, fama, gloria, etcétera?

R. ¿Qué es eso de la fama y la gloria? No son otra cosa que palabras altisonantes. Sólo importa el que tengas ganas de pintar.

P. ¿Ha pintado alguna vez bajo la influencia de la música?

R. Yo he pintado bajo los influjos de todo. Y cuando digo todo, es todo lo imaginable y algo más. Pero ahora es el momento en que me molesta hasta la música.

P. ¿Por qué ha sido siempre tan refractario a hablar de su pintura?

R. Porque yo no sé hablar; sólo sé pintar, y no estoy muy seguro de ello.

P. ¿La maestría llega cuando el artista es capaz de dibujar con el color?

R. Hay una frase de Miguel Ángel que es extraordinaria. Dice: 'Ahora que estaba aprendiendo me he quedado ciego'. Y se murió después.

P. Usted da ahora mucha importancia al hecho mismo de la madurez del pintar, que se va adquiriendo una cierta sabiduría con el paso de los años...

R. Eso es igual que los toreros. Los toreros buenos. Esos toreros que van a sentirse y no los que van a por la peseta sin pensar en hacer el toreo bueno.

P. Y vuelta al tema de los toros...

R. Será porque siempre estoy con toreros, o ellos conmigo, ya que muchos de ellos me dicen que les hubiera gustado ser pintores. Y yo les digo: 'Si queréis cambiamos'. José María Manzanares, que quiere ser pintor, Julio Aparicio, que quiere ser pintor.... Y yo quiero ser torero, les digo.

Bonifacio, fotografiado en San Sebastián el pasado domingo.JAVIER HERNÁNDEZ