Tribuna:LA RENOVACIÓN DE LA IZQUIERDA

Aportaciones desde la izquierda transformadora

El autor defiende que la renovación de la izquierda no pasa por aplicar, con otro rostro, las recetas de la derecha

Para una fuerza política como IU, una Conferencia Política del PSOE que acepta ir bajo el rótulo 'socialistas ahora' invita, de partida, a la simpatía. Desde esa simpatía, y con toda la humildad, quizá sólo nos cabría añadir que sería deseable que ese lema continuase en el futuro. Es decir, que ese 'socialistas ahora' se completase con un 'socialistas también luego'. En otras palabras, socialistas en la Conferencia Política recientemente celebrada y socialistas en el debate sobre el estado de la nación; socialistas en la oposición y socialistas también donde y cuando se gobierne; socialistas e...

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Para una fuerza política como IU, una Conferencia Política del PSOE que acepta ir bajo el rótulo 'socialistas ahora' invita, de partida, a la simpatía. Desde esa simpatía, y con toda la humildad, quizá sólo nos cabría añadir que sería deseable que ese lema continuase en el futuro. Es decir, que ese 'socialistas ahora' se completase con un 'socialistas también luego'. En otras palabras, socialistas en la Conferencia Política recientemente celebrada y socialistas en el debate sobre el estado de la nación; socialistas en la oposición y socialistas también donde y cuando se gobierne; socialistas en la reclamación de justicia para todos y socialistas cuando haya que trenzar los mimbres concretos de la justicia en situaciones de injusticia que lo reclamen. En definitiva, socialistas en las intenciones y socialistas en la praxis.

Nos preocupa que el PSOE piense que ellos solos se bastarán para desbancar al PP del Gobierno
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La Conferencia Política del PSOE ha venido, un año después del triunfo de Zapatero en el último Congreso Federal, a asentar el liderazgo de su secretario general y a presentar ante los electores la imagen de un partido compacto. Nos preocupa, sin embargo, que su visión del necesario cambio en el Gobierno se haga desde el desconocimiento de la pluralidad de la izquierda y desde el convencimiento de que ellos solos se bastarán para desbancar al PP. Alejadas por ventura las sombras de las casas comunes, sólo articulando lo diverso y lo plural conseguiremos disputar a la derecha su actual preeminencia.

El documento inicial no hacía plena justicia al lema escogido y sólo las 2.000 enmiendas presentadas resituaron el debate en el campo de la izquierda. Tenemos que alegrarnos de que el PSOE, aparte de lograr cohesión interna, incorpore aspectos que en IU llevan siendo señas de identidad mucho tiempo: primarias, listas abiertas, paridad de géneros, limitación de mandatos, progresividad fiscal, reforma del Senado, federalismo, renta básica universal o reducción de la jornada de trabajo. Nos alegra saber que ya no estamos solos en estos empeños.

Pero las enmiendas no han podido trazar la cuadratura del círculo. La izquierda del PSOE no puede entrar 'ausente' de un debate con la dirección y 'salir ponente' sin que algunos goznes chirríen. Cuando menos, encontramos tres aspectos en donde se resiente la operación de sutura entre el documento inicial (en línea con el 'socialismo liberal') y las enmiendas, más acordes con un discurso cercano a los presupuestos de justicia y solidaridad propios de la izquierda.

En primer lugar, creemos que, pese a que no se vislumbre alternativa global inmediata, el capitalismo sigue siendo un sistema injusto basado en la desigualdad, la explotación del hombre por el hombre, la esquilmación de la naturaleza y la búsqueda privada del beneficio. El capitalismo genera contradicciones internas, distribuye desigualmente una riqueza que se genera socialmente y sitúa la explotación de personas y naturaleza como motores de su desarrollo. La izquierda no puede olvidar que ésta es la lógica de este sistema. Olvidar ese horizonte es caer, tarde o temprano, en la mera gestión del sistema sin perspectiva alguna de cambio. Y ya hemos visto en qué ha quedado el 'conservadurismo compasivo' de Bush, el 'capitalismo popular' de Thatcher o la 'globalización para todos' del FMI, la OMC o el Banco Mundial.

En segundo lugar, el PSOE peca de un error común a todas las fórmulas ligadas a la idea de 'tercera vía'. La izquierda no puede aceptar acríticamente la ruptura por parte de la derecha del pacto social de posguerra. Tras la II Guerra Mundial, una parte de la izquierda aceptó el liberalismo político a cambio de la implantación de los Estados sociales. Por eso tenía sentido la frase de Indalecio Prieto 'soy socialista a fuer de liberal'. Sin embargo, hoy, cuando todas las fuerzas políticas han aceptado la democracia liberal parlamentaria, hacer fe de liberalismo sólo significa hacer fe de liberalismo económico. En definitiva, la frase 'soy socialista a fuer de liberal' significa a comienzos del siglo XXI 'soy socialista a fuer de capitalista', lo que no deja de ser paradójico y propio de un eclecticismo carente de compromiso ideológico. No se puede gustar a todo el mundo sin riesgo de caer en un pozo de confusión. Más relevante es entender que la derecha, enmascarada en ese limbo llamado 'centro', ha roto su parte del contrato y se niega a mantener el Estado social y democrático que fue la garantía de la paz social en Occidente en los últimos cincuenta años. No es de extrañar que su desmantelamiento genere protestas que no se conocían desde 1968. Y no es extraño tampoco que se pretendan frenar esas protestas como hace un siglo: introduciendo policías y provocadores en las manifestaciones, dificultando su movilidad y criminalizando a los ciudadanos reivindicativos. Llegado el caso, también asesinando. Los jóvenes del 68 pusieron de manifiesto las contradicciones del modelo keynesiano de posguerra. El movimiento por otra globalización está haciendo lo mismo hoy con el capitalismo insolidario que padecemos.

Por último, la Conferencia Política del PSOE asume el debilitamiento del papel del Estado, pero no se compensa con la reclamación de instituciones en el ámbito europeo que satisfagan parecidas potestades reguladoras y redistribuidoras. Asumiendo un argumento neoliberal, se piden disculpas por la maldad estatal y se le deja abandonado en sus bondades. ¿Dónde la retirada del Estado ha mejorado la vida del conjunto de los ciudadanos? Vaciar las arcas del Estado a través de experimentos fiscales no contrastados pone en almoneda el único instrumento que, hoy por hoy, sirve para garantizar los contenidos de participación, redistribución y garantías ciudadanas de que gozan los españoles y españolas. El argumento 'competitividad frente a derechos' no nos pertenece. La Unión Europea debe ser la forma política que embride ese capitalismo desbocado que arrastra a los Estados nacionales hacia el pasado.

Hay en el documento final del PSOE todavía un excesivo ensimismamiento en la idea de que vivimos en 'una nueva sociedad'. Mucho tenemos que aprender del impulso solidario que han puesto en marcha los jóvenes al enfrentarse a la globalización neoliberal. ¿Quién ha enseñado a esos jóvenes a sacrificar su tiempo y su escaso dinero en protestar por un mundo mejor? No se trata, como indican las terceras vías, de captar a las clases medias dándoles más y exigiéndoles menos. Se trata de insistir en que, a largo plazo, las propuestas de la izquierda consiguen más sociedad, más solidaridad, menos incertidumbre y desarraigo.

No se puede hacer tabla rasa del pasado. No podemos ser futuro sin memoria. Mientras que el PP no duda en sostenerse sobre enemigos del sufragio universal como Cánovas del Castillo, la izquierda busca agónicamente fuentes que armen su pensamiento, inventando brebajes que, en mezcolanza, se tornan estomagantes bebedizos. Incorporemos, por supuesto, nuevas líneas de pensamiento, pero también recordemos a nuestros clásicos y nuestras tradiciones de emancipación.

No se trata, por tanto, sólo de recuperar la política (también el PP hace política), sino recuperar la política democrática y orientarla hacia esa sociedad moralmente superior que alumbra la idea del socialismo. Para ello necesitamos contar con una población que se transforme en una sociedad civil poderosa y dinámica. Los partidos de izquierda deben brindar instrumentos de análisis y hacer cierto su carácter constitucional de conformadores de la voluntad popular. Por el mismo motivo, deben olvidarse de gobernar a golpe de encuesta o movidos estrictamente por motivos electorales. De lo contrario, siempre estaremos a remolque del 'sentido común' que otros inventan. Si el interlocutor del PSOE es sólo el PP, como la política de pactos llevada hasta ahora indica, se corre el riesgo, como advertía Canetti, de terminar confundiéndose con el 'oponente'.

Tenemos temas suficientes para mostrar a la ciudadanía que poseemos otro modo de mirar y solucionar los problemas: en inmigración; en nuestra idea de Estado moral; en la apuesta por un crecimiento sostenible que destierre el deterioro del planeta y las crisis alimentarias; en la voluntad de frenar la voracidad del capital que desemboca en injusticias como las de Sintel. No tenemos ni queremos tener el patrimonio exclusivo de ese espacio, pero defenderemos que la renovación de la izquierda no pasa por aplicar, con otro rostro, las recetas de la derecha.

Con la misma humildad del principio, decimos al PSOE que compartimos el interés por aprender del Quijote, pues allí, entre bachilleres y Sanchos, también aparece un Cervantes indignado con la desigualdad. No olvidemos, pues, al ilustre manchego cuando añoraba, y no estaba loco, esa 'dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío'.

Aunque a tanto no anhelamos de inmediato, sigue siendo un buen horizonte para no confundir, en estos azorados tiempos, liberalismo con socialismo, a bálsamos y encantamientos con verdaderos remedios, ni a temibles gigantes con inofensivos molinos.Para una fuerza política como IU, una Conferencia Política del PSOE que acepta ir bajo el rótulo 'socialistas ahora' invita, de partida, a la simpatía. Desde esa simpatía, y con toda la humildad, quizá sólo nos cabría añadir que sería deseable que ese lema continuase en el futuro. Es decir, que ese 'socialistas ahora' se completase con un 'socialistas también luego'. En otras palabras, socialistas en la Conferencia Política recientemente celebrada y socialistas en el debate sobre el estado de la nación; socialistas en la oposición y socialistas también donde y cuando se gobierne; socialistas en la reclamación de justicia para todos y socialistas cuando haya que trenzar los mimbres concretos de la justicia en situaciones de injusticia que lo reclamen. En definitiva, socialistas en las intenciones y socialistas en la praxis.

La Conferencia Política del PSOE ha venido, un año después del triunfo de Zapatero en el último Congreso Federal, a asentar el liderazgo de su secretario general y a presentar ante los electores la imagen de un partido compacto. Nos preocupa, sin embargo, que su visión del necesario cambio en el Gobierno se haga desde el desconocimiento de la pluralidad de la izquierda y desde el convencimiento de que ellos solos se bastarán para desbancar al PP. Alejadas por ventura las sombras de las casas comunes, sólo articulando lo diverso y lo plural conseguiremos disputar a la derecha su actual preeminencia.

El documento inicial no hacía plena justicia al lema escogido y sólo las 2.000 enmiendas presentadas resituaron el debate en el campo de la izquierda. Tenemos que alegrarnos de que el PSOE, aparte de lograr cohesión interna, incorpore aspectos que en IU llevan siendo señas de identidad mucho tiempo: primarias, listas abiertas, paridad de géneros, limitación de mandatos, progresividad fiscal, reforma del Senado, federalismo, renta básica universal o reducción de la jornada de trabajo. Nos alegra saber que ya no estamos solos en estos empeños.

Pero las enmiendas no han podido trazar la cuadratura del círculo. La izquierda del PSOE no puede entrar 'ausente' de un debate con la dirección y 'salir ponente' sin que algunos goznes chirríen. Cuando menos, encontramos tres aspectos en donde se resiente la operación de sutura entre el documento inicial (en línea con el 'socialismo liberal') y las enmiendas, más acordes con un discurso cercano a los presupuestos de justicia y solidaridad propios de la izquierda.

En primer lugar, creemos que, pese a que no se vislumbre alternativa global inmediata, el capitalismo sigue siendo un sistema injusto basado en la desigualdad, la explotación del hombre por el hombre, la esquilmación de la naturaleza y la búsqueda privada del beneficio. El capitalismo genera contradicciones internas, distribuye desigualmente una riqueza que se genera socialmente y sitúa la explotación de personas y naturaleza como motores de su desarrollo. La izquierda no puede olvidar que ésta es la lógica de este sistema. Olvidar ese horizonte es caer, tarde o temprano, en la mera gestión del sistema sin perspectiva alguna de cambio. Y ya hemos visto en qué ha quedado el 'conservadurismo compasivo' de Bush, el 'capitalismo popular' de Thatcher o la 'globalización para todos' del FMI, la OMC o el Banco Mundial.

En segundo lugar, el PSOE peca de un error común a todas las fórmulas ligadas a la idea de 'tercera vía'. La izquierda no puede aceptar acríticamente la ruptura por parte de la derecha del pacto social de posguerra. Tras la II Guerra Mundial, una parte de la izquierda aceptó el liberalismo político a cambio de la implantación de los Estados sociales. Por eso tenía sentido la frase de Indalecio Prieto 'soy socialista a fuer de liberal'. Sin embargo, hoy, cuando todas las fuerzas políticas han aceptado la democracia liberal parlamentaria, hacer fe de liberalismo sólo significa hacer fe de liberalismo económico. En definitiva, la frase 'soy socialista a fuer de liberal' significa a comienzos del siglo XXI 'soy socialista a fuer de capitalista', lo que no deja de ser paradójico y propio de un eclecticismo carente de compromiso ideológico. No se puede gustar a todo el mundo sin riesgo de caer en un pozo de confusión. Más relevante es entender que la derecha, enmascarada en ese limbo llamado 'centro', ha roto su parte del contrato y se niega a mantener el Estado social y democrático que fue la garantía de la paz social en Occidente en los últimos cincuenta años. No es de extrañar que su desmantelamiento genere protestas que no se conocían desde 1968. Y no es extraño tampoco que se pretendan frenar esas protestas como hace un siglo: introduciendo policías y provocadores en las manifestaciones, dificultando su movilidad y criminalizando a los ciudadanos reivindicativos. Llegado el caso, también asesinando. Los jóvenes del 68 pusieron de manifiesto las contradicciones del modelo keynesiano de posguerra. El movimiento por otra globalización está haciendo lo mismo hoy con el capitalismo insolidario que padecemos.

Por último, la Conferencia Política del PSOE asume el debilitamiento del papel del Estado, pero no se compensa con la reclamación de instituciones en el ámbito europeo que satisfagan parecidas potestades reguladoras y redistribuidoras. Asumiendo un argumento neoliberal, se piden disculpas por la maldad estatal y se le deja abandonado en sus bondades. ¿Dónde la retirada del Estado ha mejorado la vida del conjunto de los ciudadanos? Vaciar las arcas del Estado a través de experimentos fiscales no contrastados pone en almoneda el único instrumento que, hoy por hoy, sirve para garantizar los contenidos de participación, redistribución y garantías ciudadanas de que gozan los españoles y españolas. El argumento 'competitividad frente a derechos' no nos pertenece. La Unión Europea debe ser la forma política que embride ese capitalismo desbocado que arrastra a los Estados nacionales hacia el pasado.

Hay en el documento final del PSOE todavía un excesivo ensimismamiento en la idea de que vivimos en 'una nueva sociedad'. Mucho tenemos que aprender del impulso solidario que han puesto en marcha los jóvenes al enfrentarse a la globalización neoliberal. ¿Quién ha enseñado a esos jóvenes a sacrificar su tiempo y su escaso dinero en protestar por un mundo mejor? No se trata, como indican las terceras vías, de captar a las clases medias dándoles más y exigiéndoles menos. Se trata de insistir en que, a largo plazo, las propuestas de la izquierda consiguen más sociedad, más solidaridad, menos incertidumbre y desarraigo.

No se puede hacer tabla rasa del pasado. No podemos ser futuro sin memoria. Mientras que el PP no duda en sostenerse sobre enemigos del sufragio universal como Cánovas del Castillo, la izquierda busca agónicamente fuentes que armen su pensamiento, inventando brebajes que, en mezcolanza, se tornan estomagantes bebedizos. Incorporemos, por supuesto, nuevas líneas de pensamiento, pero también recordemos a nuestros clásicos y nuestras tradiciones de emancipación.

No se trata, por tanto, sólo de recuperar la política (también el PP hace política), sino recuperar la política democrática y orientarla hacia esa sociedad moralmente superior que alumbra la idea del socialismo. Para ello necesitamos contar con una población que se transforme en una sociedad civil poderosa y dinámica. Los partidos de izquierda deben brindar instrumentos de análisis y hacer cierto su carácter constitucional de conformadores de la voluntad popular. Por el mismo motivo, deben olvidarse de gobernar a golpe de encuesta o movidos estrictamente por motivos electorales. De lo contrario, siempre estaremos a remolque del 'sentido común' que otros inventan. Si el interlocutor del PSOE es sólo el PP, como la política de pactos llevada hasta ahora indica, se corre el riesgo, como advertía Canetti, de terminar confundiéndose con el 'oponente'.

Tenemos temas suficientes para mostrar a la ciudadanía que poseemos otro modo de mirar y solucionar los problemas: en inmigración; en nuestra idea de Estado moral; en la apuesta por un crecimiento sostenible que destierre el deterioro del planeta y las crisis alimentarias; en la voluntad de frenar la voracidad del capital que desemboca en injusticias como las de Sintel. No tenemos ni queremos tener el patrimonio exclusivo de ese espacio, pero defenderemos que la renovación de la izquierda no pasa por aplicar, con otro rostro, las recetas de la derecha.

Con la misma humildad del principio, decimos al PSOE que compartimos el interés por aprender del Quijote, pues allí, entre bachilleres y Sanchos, también aparece un Cervantes indignado con la desigualdad. No olvidemos, pues, al ilustre manchego cuando añoraba, y no estaba loco, esa 'dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío'.

Aunque a tanto no anhelamos de inmediato, sigue siendo un buen horizonte para no confundir, en estos azorados tiempos, liberalismo con socialismo, a bálsamos y encantamientos con verdaderos remedios, ni a temibles gigantes con inofensivos molinos.

Gaspar Llamazares es coordinador general de Izquierda Unida.

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