Columna

Infierno

Ni Celia Villalobos, ni Arias Cañete darán explicaciones en el Parlamento. Vacaciones a la puerta de la esquina y los andaluces sin saber qué ha pasado con el aceite de orujo y la pesca. Dos asuntos menores para Javier Arenas, que como secretario general del PP lo tiene claro: no hay que someterse al control parlamentario, aunque hablemos de pérdidas millonarias en el sector aceitero y el futuro de la parte de la flota pesquera sea el desguace o, como ha dicho un iluminado de la UE, los barquitos podrían servir para pasear turistas o como elemento decorativo en los municipios turísticos. ¡Y no...

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Ni Celia Villalobos, ni Arias Cañete darán explicaciones en el Parlamento. Vacaciones a la puerta de la esquina y los andaluces sin saber qué ha pasado con el aceite de orujo y la pesca. Dos asuntos menores para Javier Arenas, que como secretario general del PP lo tiene claro: no hay que someterse al control parlamentario, aunque hablemos de pérdidas millonarias en el sector aceitero y el futuro de la parte de la flota pesquera sea el desguace o, como ha dicho un iluminado de la UE, los barquitos podrían servir para pasear turistas o como elemento decorativo en los municipios turísticos. ¡Y no se les cae de vergüenza la cara! De seguir así me veo a los aceituneros altivos de guías turísticos y a los pescadores vestidos de marengos, cenachero balanceándose sobre los hombros, zapatillas de esparto y pantalón anudado a la pantorrilla como objeto gráfico de los guiris.

El PP nacional ha perdido la oportunidad de que dos ministros andaluces den explicaciones donde tienen que hacerlo: en el pleno del Congreso. Teófila Martínez y Antonio Sanz, acostumbrados a remar contracorriente, lo tendrían más fácil, salvo que en Génova (la sede del PP en Madrid) haya ya quien haya sentenciado su muerte política, cosa que no es de extrañar. Los marrones que deben tragarse la señora Martínez y el señor Sanz son de los que cortan la respiración.

Y a todo esto, el infierno. O la muerte. ¿Qué está pasando en las aguas del Estrecho? ¿No se remueven las conciencias cuando quedan varados sobre la arena cuerpos sin vida? ¿Quién puede solucionar el drama de miles de personas que buscan, sin importarle la muerte, futuro a su vida y a la de sus familias? ¿Vale la justificación de que se cuelan mafiosos, traficantes de droga para mirar a otra parte? Escribí hace meses que todo el norte de Africa se convertiría en una enorme patera. No me equivoqué. Erré, sin embargo, en pensar que nuestra sociedad, nuestros políticos, nuestras instituciones, serían capaces de encontrar soluciones. Hay que decirlo muy alto y claro: ¿A quien le importa un moro más o menos? La foto que ayer llevaba EL PAÍS en portada debería estremecer la conciencia y los sentimientos de quienes deben encontrar soluciones. Pero me temo que en este drama como en otros se colgará el cartel de 'cerrado por vacaciones'.

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