CARTAS AL DIRECTOR

Perú, entre temblores

El 23 de junio la tierra tembló en el sur de Perú. Apenas pudieron celebrar los peruanos la detención en Caracas del ex asesor presidencial y máximo responsable del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), Vladimiro Montesinos. Ver a Montesinos en la cárcel supone un paso más del final de una década de fujimorismo que resquebrajó las estructuras democráticas del país. Perú lo ha vivido casi todo en las dos últimas décadas. Una hiperinflación de récord Guinness y un desbarajuste presupuestario que le retiraron de los círculos financieros con Alan García, un terrorismo maoísta y sanguinario que ...

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El 23 de junio la tierra tembló en el sur de Perú. Apenas pudieron celebrar los peruanos la detención en Caracas del ex asesor presidencial y máximo responsable del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), Vladimiro Montesinos. Ver a Montesinos en la cárcel supone un paso más del final de una década de fujimorismo que resquebrajó las estructuras democráticas del país. Perú lo ha vivido casi todo en las dos últimas décadas. Una hiperinflación de récord Guinness y un desbarajuste presupuestario que le retiraron de los círculos financieros con Alan García, un terrorismo maoísta y sanguinario que aterrorizaba a todo el país y se ensañaba con la población de la sierra y de la selva, y diez años de fujiromismo como sistema entre populista y dictatorial que se apoyó en el interior en las Fuerzas Armadas y los servicios de espionaje, mientras desde el exterior se aplaudía su firmeza en el combate a Sendero Luminoso. Todos estos temblores han debilitado a los llamados 'sectores populares', que están descontentos, golpeados por la crisis y el terror y que soportan ahora también los temblores de la naturaleza. En Moquegua, Tacna o Arequipa los empobrecidos son las grandes masas de población que vive en los eufemísticamente llamados 'pueblos jóvenes', en casas de estera o adobe, que trabajan más de doce horas diarias y apenas ganan dos dólares diarios.

En la sociedad de la información proliferan los eslóganes, y un terremoto no se mide tanto por la escala de Ritcher como por el número de muertos, esta vez lejos de otras catástrofes recientes. Pero el terremoto desveló las vulnerabilidades del país. En gran parte de los distritos de Moquegua y de Tacna se derrumbó el 90% de las viviendas, y con ellas parte de las vidas de sus moradores. En los años recientes de euforia macroeconómica, los responsables políticos de Perú blandían los datos del crecimiento del PIB, de las inversiones extranjeras directas, del número de conectados a Internet, mientras seguían reproduciéndose los asentamientos de esteras y el número de pobres, hasta llegar a la mitad de la población. Es momento de reconstrucción en Perú, urge la reconstrucción democrática, reconstruir el tejido institucional y político, y urge la reconstrucción civíca y ética como parte de los cimientos de la sociedad peruana del siglo XXI. Y ahora, en el sur de Perú, en Tacna, Arequipa y Moquegua, también urge acompañar la reconstrucción física, la económica y social. Desde España, desde las instituciones oficiales y las ONG, desde lo institucional y lo individual, debemos alentar un terremoto solidario que llegue a los afectados de todos los temblores.

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