'El creyente', del estadounidense Henry Bean, gana el Festival de Cine de Moscú

Ettore Scola, premio a la mejor dirección por 'Competencia desleal'

La última película de Ettore Scola, Competencia desleal, premio a la mejor dirección, relata con reminiscencias de la oscarizada La vida es bella las relaciones entre una familia judía y otra aria en la Italia fascista, antes de la II Guerra Mundial.

El jurado, presidido por la directora alemana Margarethe von Trotta, concedió su premio especial a la película del iraní Rajsán Bani Etemad Bajo la piel de la ciudad, tal vez lo mejor de la sección competitiva, que refleja con un naturalismo que roza el documental la dura lucha por la vida y las contradicciones sociales...

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La última película de Ettore Scola, Competencia desleal, premio a la mejor dirección, relata con reminiscencias de la oscarizada La vida es bella las relaciones entre una familia judía y otra aria en la Italia fascista, antes de la II Guerra Mundial.

El jurado, presidido por la directora alemana Margarethe von Trotta, concedió su premio especial a la película del iraní Rajsán Bani Etemad Bajo la piel de la ciudad, tal vez lo mejor de la sección competitiva, que refleja con un naturalismo que roza el documental la dura lucha por la vida y las contradicciones sociales en la república islámica.

El ruso Vladímir Mashkov obtuvo el premio al mejor actor por su papel en el filme de Serguéi Bodrov Hagámoslo rápido (un Padrino a la rusa con fachada hollywoodiense), mientras que Ree Miadzawa logró el de la mejor actriz por su trabajo en la tan preciosista como premiosa película china El pabellón de las peonías.

Por iniciativa del presidente del festival, Nikita Mijalkov, se otorgó un premio especial al actor norteamericano Jack Nicholson (que presentó fuera de concurso The pledge, dirigida por Sean Penn), por su maestría interpretativa y por fidelidad a los principios de la escuela teatral de Konstantín Stanislavski. Nicholson fue la gran estrella del certamen y participó en una reunión de amigos del mundo del cine celebrada en la casa de Mijalkov y a la que asistió el presidente ruso, Vladímir Putin.

Falta de identidad

El director de Quemados por el sol y Ojos negros, que encabeza la Unión de Cineastas Rusos, es el alma del festival, el imán que atrae la financiación pública y privada y que hace posible que, cada año, se dejen caer por Moscú algunos grandes nombres de la cinematografía mundial.

Pese a ello, el festival no consigue abrirse un hueco entre los grandes ni consolidarse como una puerta abierta para cinematografías exóticas. Le falta forjarse una identidad clara. Entre sus debilidades figura la de no lograr secciones competitivas de alta calidad, algo que contrasta con el programa fuera de concurso, de más de 200 películas y que incluye éxitos recientes internacionales, como el musical de lujo Moulin Rouge, de Baz Luhrmann, exhibido en la gran gala de cierre.

La XXIII edición ha incluido 19 películas a concurso que, en su gran mayoría, están condenadas a quedar excluidas de los grandes circuitos de distribución. En contra de la práctica de las ediciones más recientes, el jurado no se inclinó por nombres consagrados (eso habría favorecido al filme del italiano Ettore Scola) y optó por otorgar su máximo galardón a una película, The believer (El creyente), premiada ya en el Festival de Sundance y con un claro toque de cine independiente ajeno a los grandes estudios.

Por lo demás, The believer no está destinada a pasar a las antologías, excepto como muestra de que sólo la realidad puede hacer creíbles algunos guiones cinematográficos. La película se basa en la historia de Daniel Burros, un miembro del partido nazi de EE UU que se suicidó en los años sesenta cuando se publicó en la prensa que era de origen judío.

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