Reportaje:

Salamha veranea en Jaén

Las asociaciones de apoyo al pueblo saharaui traen a Andalucía 2.600 niños

Los ojos negros y profundos de Salamha Ahmed Smara, una niña saharaui de ocho años, no paran de descubrir cosas nuevas. Lo más cotidiano en las sociedades occidentales se convierte en algo mágico para quienes viven oprimidos en los campamentos de refugiados en la zona más árida y desértica del Sáhara. Desde que llegó a Jaén no ha parado de sorprenderse cuando ha subido a un autobús, al ver las fuentes en los parques o al comprobar la normalidad con la que se despilfarra agua en los domicilios.

Salamha es uno de los 2.600 niños saharauis que esta semana han llegado a Andalucía para ser a...

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Los ojos negros y profundos de Salamha Ahmed Smara, una niña saharaui de ocho años, no paran de descubrir cosas nuevas. Lo más cotidiano en las sociedades occidentales se convierte en algo mágico para quienes viven oprimidos en los campamentos de refugiados en la zona más árida y desértica del Sáhara. Desde que llegó a Jaén no ha parado de sorprenderse cuando ha subido a un autobús, al ver las fuentes en los parques o al comprobar la normalidad con la que se despilfarra agua en los domicilios.

Salamha es uno de los 2.600 niños saharauis que esta semana han llegado a Andalucía para ser acogidos por familias de las ocho provincias dentro del programa Vacaciones en Paz que promueve la Federación Andaluza de Asociaciones del Sáhara. Durante dos meses va a permanecer en el domicilio de una familia jiennense que ha querido aportar su granito de arena para dibujar en los ojos de la niña la libertad del pueblo saharaui, que lleva 26 años luchando por la autodeterminación de un trozo de desierto en el que han nacido.

'No es un gesto aislado, es un intercambio intercultural que enriquece y ensancha', aseguran Blas Rodríguez y Ana María Armenteros, el matrimonio que por tercer año consecutivo se ha implicado en esta causa por los más débiles. El año pasado tuvieron acogido durante 14 meses a un niño enfermo al que lograron curar inyectándole todo el amor de la familia, y ahora la tarea es mucho más fácil. Sólo tienen que hacer feliz a Salamha, a la que Ana Belén, la hija del matrimonio, ya ha bautizado como la princesa por su belleza y su bondad.

'Es algo que te brota y te lleva a abrirte más allá de nuestras fronteras y sentir los problemas y necesidades del pueblo saharaui como propios, es un aliciente de vitalidad y un fármaco de calidad de vida', manifiesta Blas, un funcionario de la Diputación y al mismo tiempo secretario de la Asociación de Jaén en apoyo al pueblo saharaui, una de las más activas de Andalucía. De esta asociación han partido ya 355 toneladas de alimentos (más de 1.000 en toda Andalucía) en las caravanas solidarias que vienen organizándose desde el año 1994. Además, gracias al convenio suscrito con el SAS y con el Colegio de Odontólogos de Jaén los más de 100 niños saharauis llegados a esta provincia se someterán a completas revisiones médicas y bucales gratuitas

La llegada de los menores de los campamentos de refugiados de Tinduf se hace posible gracias a la colaboración de ayuntamientos, empresas privadas y particulares que, como Blas y Ana María, mantienen su compromiso solidario durante todo el año. 'Les mandamos algún dinero a sus familias de vez en cuando e intentamos mantener un contacto periódico', aclara Ana María.

Por desgracia, no todos pueden venir y por eso se han de establecer prioridades. 'Se prima a los más estudiosos, a los enfermos y a los hijos de los desaparecidos', explica Miguel Mesa, presidente de la Asociación del Pueblo Saharaui de Jaén, quien advierte de la situación desesperada que viven los habitantes de estos campamentos por el recorte en las ayudas para los refugiados decretadas por la ONU.

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En apenas tres días que lleva en Jaén, Salamha ya ha hecho amigas. Como Marta, una niña de su edad que vive en su mismo bloque. Con ella comparte los juguetes y goza de las cosas pequeñas en Andalucía, pero muy grandes más allá del Estrecho. 'El compartir el tiempo propio con generosidad debe pesar mucho más que los intereses materialistas y consumistas', apuntan Blas y Ana María, que ya preparan un viaje a la Costa del Sol para que Salamha disfrute también en la playa.

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