'Esto es un asalto, viejita; sólo venimos por plata'

La Guardia Civil detiene a cinco integrantes de una banda de asaltantes de chalés y les imputa 50 robos violentos

'Esto es un asalto, viejita. Estate tranquila, que no pasa nada. Somos pobres y sólo venimos por plata. No queremos hacerte daño'. Un hombre enmascarado con acento suramericano trataba de convencer a Esperanza, de 76 años, con un estilete en la mano, mientras otro compinche, también con el rostro cubierto, maniataba a la mujer con un cinturón de cocodrilo. Ocurrió la madrugada del pasado día 17, sólo tres días antes de que el abogado Arturo Castillo fuera degollado cuando dormía en su chalé de Pozuelo de Alarcón (apenas a 10 kilómetros de lo que le sucedió a la 'viejita' en su vivienda de Las ...

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'Esto es un asalto, viejita. Estate tranquila, que no pasa nada. Somos pobres y sólo venimos por plata. No queremos hacerte daño'. Un hombre enmascarado con acento suramericano trataba de convencer a Esperanza, de 76 años, con un estilete en la mano, mientras otro compinche, también con el rostro cubierto, maniataba a la mujer con un cinturón de cocodrilo. Ocurrió la madrugada del pasado día 17, sólo tres días antes de que el abogado Arturo Castillo fuera degollado cuando dormía en su chalé de Pozuelo de Alarcón (apenas a 10 kilómetros de lo que le sucedió a la 'viejita' en su vivienda de Las Rozas).

Los dos encapuchados son miembros de una banda dedicada al asalto violento de chalés que ha sido desarticulada parcialmente por la Guardia Civil. Los agentes del grupo de atracos han detenido a cinco de los supuestos integrantes de esta violenta organización. Faltan otros cuatro. Los investigadores les responsabilizan del asalto a 50 chalés, durante el último año, en la periferia de Madrid. Los detenidos trabajaban a un ritmo de dos asaltos por semana.

La banda actuaba de forma similar a como lo hacía Pietro Arcan, el moldavo de 23 años que fue detenido la madrugada del pasado día 20 por el sangriento asalto a un chalé de Pozuelo. Arcan, sin embargo, solía trabajar sólo. Hoy está preso en Soto del Real acusado de degollar a Arturo Castillo, de 47 años, pegar un tiro en el abdomen a su esposa y agredir a sus dos hijas, menores de edad.

Cinco supuestos miembros de la banda detenida por la Guardia Civil se colaron cortando la alambrada en el jardín del chalé de Esperanza, la madrugada del domingo día 17, en una urbanización de Las Rozas. Los encapuchados se adentraron en la casa donde viven Esperanza, de 76 años; su hija, de 50; el marido de ésta, de la misma edad; y sus tres nietos (dos varones de 20 y 24 años y una chica de 15).

Los dos nietos estaban fuera de casa. 'Ella [la nieta] estaba durmiendo. Un encapuchado la sacó de la cama y la cogió en brazos. Como ella seguía medio dormida, pensó que era uno de sus hermanos mayores y le dijo: '¡Déjame en paz! No tiene ninguna gracia', explicó Esperanza, una tía de la muchacha, que vive en un chalé colindante al del asalto.

La adolescente se despertó cuando el enmascarado le arrancó una medalla de oro. El asaltante llevó a la muchacha al dormitorio de su abuela y ambas fueron maniatadas y amenazadas con armas blancas. Los enmascarados las dejaron tumbadas en la cama y uno, armado con un estilete, se quedó vigilándolas. Los demás asaltantes recorrieron la casa y sorprendieron al matrimonio durmiendo.

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'Mi hermana Carmen y su marido, Rafael, se despertaron con un cañón apuntándoles a la cabeza', cuenta Esperanza. 'Sabemos que aquí hay mucha plata y muchas joyas. Venimos a llevarnos todo', amenazó un pistolero. Uno de los asaltantes cogió a Carmen, la amenazó con una navaja y la llevó por distintos cuartos de la vivienda para que le explicara dónde estaban las cosas de valor. Otro atracador, 'el más violento', se hizo cargo del propietario de la casa, Rafael. Le amenazó con la pistola y le ordenó que le dijera dónde guardaba el dinero. Rafael le condujo hasta su despacho de arquitecto, en el sótano del chalé, donde tiene una caja fuerte.

Los asaltantes le ordenaron que abriera la caja, pero Rafael desconocía la combinación. Comenzaron a insultarle y lo desnudaron. Los ladrones desconfiaban de Rafael. Primero le pegaron patadas en la espalda y luego le tiraron del pelo, a la vez que le daban puñetazos y pisotones. Finalmente le pusieron una pistola en la cabeza y le advirtieron de que lo matarían si no abría la caja fuerte. Él no pudo.

Entonces llevaron a la hija de Rafael para amedrentarle y la amenazaron con la pistola. El que la empuñaba tiró del cerrojo del arma, fingiendo que iba a disparar en cualquier momento. En ese instante, las víctimas informaron a los delincuentes de que la abuela era la única que sabía la combinación de la caja y la bajaron al sótano. Esperanza abrió la caja fuerte, que fue rápidamente desvalijada. Los ladrones se adueñaron del dinero y las joyas y, tras repartir a la familia por las distintas habitaciones de la casa, los dejaron maniatados y se marcharon por donde habían venido.

Un día después

La familia recibió el jueves pasado una llamada de la Guardia Civil. 'Me dijeron que habían cogido a uno de ellos y que estaban a punto de coger al resto de la banda', recuerda Esperanza.

Un día después del asalto al chalé, el 18 de junio, la Guardia Civil detuvo a tres de los supuestos integrantes de la banda en otra casa de la misma localidad, Las Rozas. Los agentes del grupo de atracos han confirmado que la banda ha asaltado 12 chalés y les imputa el robo de otros 38.

Los tres detenidos, inmigrantes colombianos, se resistieron en el momento de la captura. Uno de ellos apuñaló en una mano a uno de los agentes. Éstos les decomisaron numerosas joyas y una valiosa escultura; también localizaron cerca del chalé un Opel Ascona con abrigos de visón, un reloj de pared y otros objetos. Las otras dos detenidas de la banda -dos mujeres, una de ellas española y la otra colombiana- fueron sorprendidas a fines de mayo robando en un chalé de Tres Cantos.

Durante el día, la banda funcionaba en grupos de dos o tres miembros. De noche lo hacía en grupos de cinco o seis. Así eran más para enfrentarse a los propietarios de las viviendas en las que entraban.

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