Columna

La paz

Pocas horas después del intento de ETA de volar la calle Mayor de Logroño, atentado perteneciente al proceloso adjetivo de lo indiscriminado, la organización pacifista vasca Elkarri proponía una Conferencia por la Paz, a iniciar en otoño, de largo recorrido y de plural participación: desde el PP a Euskal Herritarrok. La sensatez que suele guiar la estrategia de Elkarri obliga a buscarle todos los significados posibles a palabras como conferencia, paz, todos y en busca de los significados más abiertos y posibles la conferencia se plantea sin obligatoria mesa de encuentro, la paz c...

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Pocas horas después del intento de ETA de volar la calle Mayor de Logroño, atentado perteneciente al proceloso adjetivo de lo indiscriminado, la organización pacifista vasca Elkarri proponía una Conferencia por la Paz, a iniciar en otoño, de largo recorrido y de plural participación: desde el PP a Euskal Herritarrok. La sensatez que suele guiar la estrategia de Elkarri obliga a buscarle todos los significados posibles a palabras como conferencia, paz, todos y en busca de los significados más abiertos y posibles la conferencia se plantea sin obligatoria mesa de encuentro, la paz como un objetivo que ante todo necesita un camino y el todos como un intento de debate directo o indirecto que no necesita la foto final colectiva: marchemos todos juntos, yo el primero, por la senda constitucional.

Puede sorprender, incluso legítimamente escandalizar, que mientras el terrorismo sigue siendo la barbarie casi cotidiana, los partidarios del diálogo sigan buscando estrategias para conseguirlo, desde la casi evidencia de que el no diálogo empeora la situación y la pugna entre el Todo y la Nada levanta castillos, refuerza almenas desde las cuales todos podemos entonar el ¡no pasarán!

La conferencia propuesta por Elkarri es en realidad un debate sobre la posible vía de salida al conflicto, vía que no existe, hoy menos que nunca, que ni siquiera parece diseñada como proyecto, insisto, más acá o más allá de una opción inútil: el todo o la nada. Ese debate por la paz exigirá un lento y hábil tejido de una red de comunicación entre los sujetos implicados y luego una total transparencia informativa de cara a la sociedad, vasca y española, para que por primera vez todo lo que está en cuestión, parezca posible o imposible, sea mencionado, forme parte del enunciado explícito de la tragedia que vivimos y no se refugie en la piedad o en la cobardía del lenguaje ocultista.

Como en las guerras, la población civil es la principal víctima de este conflicto y no se le puede pedir paciencia histórica sin establecer una total complicidad informativa, incluso sobre la aparente contradicción que hay en convocar una Conferencia por la Paz días después del intento de volar Logroño.

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